Con su proyecto de tienda online Alcanzalafixa, Eduardo Mancilla (Santiago, 2001) no solo vende ropa; ofrece fragmentos de un tiempo que se resiste a desaparecer. Su cuenta de Instagram es un homenaje a los códigos estéticos de los años 2000, al estilo que marcó su infancia en Lo Prado, y una exploración de las huellas de identidad que se tejen a través de la moda. Lo que comenzó en 2021 como una forma de generar ingresos y archivar prendas en redes sociales, se ha convertido en un fenómeno que trasciende las fronteras de Instagram y conecta a una comunidad vibrante en torno al «estilo flaite» y las zapatillas con resortes.
“En mi página busco traer la esencia de vestimenta que había en los años 2000, mezclando recuerdos de mi infancia con el gusto adquirido por la ropa deportiva gracias a mi hermano mayor, Flavio, a quien desde pequeño he visto vistiendo Nike Shox, Total 90, adidas Bounce o Predator”, explica Eduardo. Estas zapatillas, con sus característicos «resortes» o líneas reconocibles, no solo marcan una estética, sino también una memoria colectiva que Alcanzalafixa busca preservar y reinterpretar.
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“En mi página busco traer la esencia de vestimenta que había en los años 2000, mezclando recuerdos de mi infancia con el gusto adquirido por la ropa deportiva gracias a mi hermano”
Lo que distingue a Eduardo no es solo su selección curada de ropa vintage, sino que, como hacen también @louishols, @hol.sales o @quirela_sport, el hecho de construir una narrativa visual alrededor de cada prenda. Desde recorrer las ferias de Santiago a primera hora de la mañana, hasta lavar, investigar y documentar cada hallazgo, Alcanzalafixa opera como un archivo vivo y una plataforma de autoexpresión. “Quise ir más allá y crear una estética totalmente única en fotos y videos combinando mis referencias […]. Siento que ya marqué una esencia y estoy seguro de lo que puedo lograr si sigo trabajando a mi ritmo”, afirma.
En sus palabras, Alcanzalafixa se ha convertido en un espacio para compartir «una perspectiva en primera persona» sobre el arte de encontrar tesoros en las ferias libres. “Desde que abrí la página he estado expuesto a la opinión superficial sobre mi persona y es un riesgo que decidí tomar para diferenciarme del resto de páginas y mostrar mi persona como un personaje, ya que no muchas personas logran tener esa actitud en el ambiente de las páginas de ropa”.
“Desde que abrí la página he estado expuesto a la opinión superficial sobre mi persona, es un riesgo que decidí tomar para diferenciarme del resto de páginas”
Otros aspectos clave del proyecto son el profundo respeto que demuestra por cada prenda y la experiencia de “rastreo” que logra transmitir Eduardo en estos mercados, que lo lleva a lugares inesperados, desde poblaciones icónicas hasta rincones olvidados de Santiago. Armado solo con su mochila, dedica horas a buscar, seleccionar y cuidar todo aquello que pasa por sus manos. Este enfoque refleja una admiración por la historia de cada objeto, un valor que también transmite a sus seguidores.
Esta verdadera pasión por la moda se vincula con su propio crecimiento personal y profesional. La selección no se basa solo en la nostalgia, sino también en un ojo crítico y un compromiso con la calidad. “Mi selección se enfoca en la calidad y el estado; entre más detalles tenga el producto, es menos atractivo para el público”, comenta. Eduardo también destaca cómo sus habilidades han evolucionado desde los primeros días del proyecto: “Al principio, salía a las ferias sin saber mucho, pero con el tiempo desarrollé un sistema para reconocer piezas únicas y darles el tratamiento que merecen”.
Su metódica atención al detalle también se refleja en cómo prepara cada producto para su venta. Desde la limpieza manual hasta la investigación del modelo y la historia de la prenda, cada publicación en Instagram es un testimonio del esfuerzo y dedicación que Eduardo pone en su trabajo. Más allá de la simple transacción, Alcanzalafixa busca generar una conexión emocional entre el comprador y el producto, subrayando la idea de que cada prenda lleva consigo un fragmento de historia.
Este microcosmos de la moda y la memoria captó la atención de tres jóvenes estudiantes de audiovisuales, Annaiz Zúñiga (La Cisterna, 2003), Olivia Barros (Peñalolén, 2004) y Francisca Fritis (La Florida, 2001), quienes decidieron llevar la historia de Alcanzalafixa al formato de documental. Lo que comenzó como un proyecto universitario se transformó en un cortometraje observacional que captura la esencia de Eduardo y su universo.
“Nos interesó la tienda porque se diferencia de muchas maneras de otras, queríamos mostrar algo nuevo y no antes visto; la realidad detrás de una tienda de ropa y todo lo que conlleva”, comparte Annaiz. Durante tres jornadas de rodaje, siguieron a Eduardo en sus recorridos por ferias, documentaron su proceso creativo y ahondaron en las emociones que lo impulsan y lo inspiran. “Una de las cosas que tiene el género documental es que no tienes el control de nada y aprender a no tenerlo es un reto. Elegimos un estilo más observacional, la confianza que nos dio Eduardo para entrar a su mundo fue esencial”, agrega.
El resultado es un retrato íntimo y experimental que trasciende la superficie del negocio para explorar las conexiones entre identidad, comunidad y resistencia cultural. “Queríamos mostrar cómo el amor a la moda se incrementa de forma natural con el mundo que lo rodea, destacando el choque entre las redes sociales y la venta física en la calle”. El proceso de montaje, que redujo cuatro horas de material a un corto de diez minutos, fue tan colaborativo como revelador, reflejando la energía y la pasión del equipo también detrás de la cámara.
Con Alcanzalafixa, Eduardo no solo ha creado una tienda en línea; ha construido un espacio de exploración e inspiración, para él mismo y para muchas otras personas. Su visión de abrir una tienda física y llevar su estilo al extranjero apunta a la universalidad de las historias que está contando. “Quiero marcar un hito en Chile y luego hacerlo de manera más profesional en el extranjero”, dice con determinación. Además, sueña con combinar su trabajo como curador de moda con el modelaje para marcas de lujo como Prada o Gucci, mostrando cómo los sueños más ambiciosos pueden surgir y hacerse realidad desde los espacios más cotidianos y cercanos.