Nuestro imaginario se construye a través de recuerdos, tanto vivenciales como visuales. Y el fotógrafo Cristóbal Marambio (Concepción, 1981) parece tener un tema con esto de la memoria. Desde reconocer que lo que le impulsa a hacer fotos son las cosas que vió de pequeño –la estética de los 80s y 90s, Akira, el Challenger, la muerte de Senna, la caída del muro, National Geographic, al Sur del Mundo, Flickr, etc.–, a identificar la película Baraka (Ron Fricke, 1992), como aquello que le hizo darse cuenta que le gustaban las imágenes, son hechos que evidencian que su lenguaje visual tiene reminiscencias nostálgicas.
En la construcción de esta mirada personal de atrás hacia delante, ha elegido mayoritariamente el retrato, tanto de su familia y de su entorno cercano como de personas desconocidas, como el formato en el que se encuentra cómodo.
“Lo que me atrae del retrato es saber que tienes que enfrentarte a una situación donde no puedes tener todo controlado, eso lo hace entretenido. Es siempre un poco incómodo y hay que tomar decisiones rápidas, es como manejar con lluvia, es difícil pero lindo al mismo tiempo. Cuando es en un entorno más cercano, es más relajado porque tienes muchas más horas y la relación de confianza hace que las imágenes se vayan creando con más calma. Sin embargo, te obliga a buscar maneras alternativas de ver las cosas que te rodean”.
“[El retrato] es siempre un poco incómodo y hay que tomar decisiones rápidas, es como manejar con lluvia, es difícil pero lindo al mismo tiempo”
A lo largo de los años, el estilo, la composición y los sujetos en los que se ha centrado Cristóbal, no ha variado mucho –incluso si nos fijamos en los personajes, podemos ver como sus hijos dejan de ser niños para ser adolescentes. Esto tiene un efecto unificador muy relevante en el trabajo que presenta el fotógrafo, y permite que nuestra mirada se fije en la evolución de la técnica y en el refinamiento de la forma en la que nos hace llegar cada tema y concepto.
“Como esto se ha transformado en un registro de años, a medida que pasa el tiempo entiendo mejor lo que estoy haciendo y se vuelve mi manera de decir las cosas. El hecho de trabajar en diversos formatos y cámaras me obliga a buscar un lenguaje unificador. Ser consistente con el tema es clave para que perdure. […] Hago fotos como una manera de armar recuerdos personales y que tengan también sentido para mi entorno más cercano. Me interesa lograr un estímulo visual con cosas cotidianas y encontrar un punto de vista particular a partir de cosas o sujetos del entorno inmediato”.
“Me interesa lograr un estímulo visual con cosas cotidianas y encontrar un punto de vista particular a partir de cosas o sujetos del entorno inmediato”
En un afán pedagógico que le es, probablemente innato, Cristóbal ha tratado de transmitir a sus alumnos de fotografía durante los 13 años que ha sido profesor de diversas universidades, su conexión especial con las imágenes. “Me interesa que los estudiantes profundicen en su relación con la fotografía, que desarrollen su propia manera de hacer fotos. No quiero que todos aprendan a hacer fotos con la misma iluminación, en el mismo estudio y con los mismos elementos, para eso está YouTube. Intento que cultiven una mirada crítica respecto de las modas, que vean más allá de los ‘pre-sets’ de influencers y entiendan la imagen falsa o el exceso de retoque, que sean críticos con lo que ven”.
A pesar de formar parte de lo que se considera la “academia”, Cristóbal no ve necesario pasar por una institución para aprender fotografía o desarrollar un cuerpo de trabajo, una obra. Sin embargo, lo que destaca de la formación académica es “el efecto par, porque conoces gente que está en lo mismo y eso sirve para el aprendizaje. También hay equipo fotográfico para practicar: laboratorios, computadores, impresoras y bibliotecas. Esto que no esta siempre al alcance de todos. Si el proyecto académico es bueno y serio, puedes encontrar gente valiosa enseñando y además puedes armar una pequeña red”.
Puedes seguir su trabajo en @cristobal_marambio.