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CADÁVERES, fotógrafo de la noche

Toda urbe tiene una realidad doble: una que existe de día, en la que suele manifestarse su lado más amable, y otra muy distinta que emerge de noche, donde se revela su dimensión más densa. 

Desde hace varios años, el fotógrafo chileno CADAVERES (Santiago, 1990), se dedica a recorrer y explorar, por cuenta propia, la nocturnidad de la ciudad y a fotografiar los rincones más oscuros de su realidad callejera. Se mueve por Santiago centro, Cerro Navia, Pudahuel, Renca, Quinta normal, incluso por Valparaíso.

“Mi método consiste en salir a recorrer de noche la ciudad con mi bici cargando solo una cámara y el flash. Siempre salgo a buscar situaciones con la mente en blanco, dispuesto al azar. Recorro calles, pasajes y barrios que son desconocidos para mí, pero que me atraen naturalmente por su soledad y abandono». 

«Algunos de estos lugares están cambiando rápidamente o desapareciendo. Mi mirada siempre busca el lado salvaje y crudo de la realidad, personas que transitan por la noche”.

“Recorro calles, pasajes y barrios que son desconocidos para mí, pero que me atraen naturalmente por su soledad y abandono”

Esta metodología forma parte de un proceso creativo que puede resultar azaroso y entraña ciertos riesgos de diversa índole. Por eso, es importante dominar el miedo al enfrentarse a ellos en función de la recompensa gráfica que se obtenga y la descarga adrenalínica posterior.

“Es en la noche cuando sale el peligro y mirar hacia la oscuridad es ver de frente tus propios miedos. Es una acción valiente y peligrosa. Me lanzo a lo desconocido y hago que el flash ilumine la noche para que aparezcan las historias que me interesan, las de los pankis, los travestis, y un montón de gente que vive al margen, en las penumbras. Hay que saber muy bien cuando disparar porque hay momentos donde es mejor guardar la cámara y retirarse en silencio, hay situaciones que pueden salirse de control y terminar en tragedia” .

“Es en la noche cuando sale el peligro y mirar hacia la oscuridad es ver de frente tus propios miedos”

La mirada del autor se educó viendo las fotografías de conocidos fotógrafos del crimen como Weegee o Enrique Metinides. Estos referentes le enseñaron, entre otras cosas, que buscar y fotografiar la violencia también es exponerse a ella. 

A veces aparecen historias muy fuertes y veo demasiado. Una vez fotografié una pelea arriba de una micro, se agarraron a cuchillazos y uno de los involucrados resultó apuñalado en el cuello y al rato murió. Decidí por ética no publicar ese registro. Otra vez, fotografié a un par de niños que jugaban al final de una pasarela, un registro muy inocente que fue malinterpretado por sus padres, los cuales se lanzaron violentamente a agredirme. Desde ese día juré no volver a fotografiar menores para evitar este tipo de encuentros violentos”. 

Actualmente el autor se encuentra recopilando material para publicar un libro en formato diario de vida en el cual sea capaz de narrar con intensidad sus experiencias personales.

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