El imaginario de Belena (Santiago, 1990) surge del deseo infantil malogrado de poseer objetos materiales, tanto aquellos que metía delicadamente en el carro del supermercado mientras hacía la compra con su mamá (y que ésta se ocupaba de descartar antes de pagar), como los que llenaban las vitrinas de las casas de sus abuelas y que solo podía admirar a través de un vidrio. Esa “pulsión consumista frustrada detonó prematuramente una inquietud por recrear objetos e imágenes ‘prohibidas’ o inalcanzables […] Creo que la reiteración de esa experiencia de pérdida rotunda, de alguna manera fue alentando la voluntad de explorar, a través del dibujo principalmente, otras vías de ‘poseer’ y recrear las mercancías que yo tanto anhelaba”.
Su imaginación también tuvo que esforzarse por retener, a través del dibujo, la fugacidad de las imágenes que podía ver Belena en televisión, solo muy de vez en cuando y por períodos muy cortos de tiempo. Este estímulo creativo constante desarrolló en ella el talento creativo y le llevó a estudiar arte y, después, diseño, pasando por múltiples formatos y técnicas antes de encontrar el “camino correcto”. “Recuerdo el suplicio que me significaba pintar bodegones con óleo. Era un proceso que se me hacía demasiado tedioso y eterno”.
“La pulsión consumista frustrada detonó prematuramente una inquietud por recrear objetos e imágenes ‘prohibidas’ o inalcanzables”
A pesar de todo, la voluntad por explorar su creatividad persistió y siempre encontró vías artísticas que transitar. “Recolectaba sillas de plástico que encontraba por la escuela y después las deformaba con calor y amarras, el resultado era una masa amorfa derretida que poco rastro de silla tenía”, cuenta Belena de sus años como estudiante. Esta práctica aún está presente en su trabajo de diseño, pero ahora derrite objetos con Photoshop.
“El espectro de infinitas posibilidades para manipular las imágenes me llevó, sin darme cuenta, a desarrollar un procedimiento errático que se relaciona con ciertas lógicas alienantes propias de las plataformas digitales. Comencé una suerte de coleccionismo autómata; fui guardando en un disco duro imágenes que iba encontrando en internet […], las extraía y desviaba de su flujo constante de circulación, se volvían retornables, me pertenecían. Ese proceso culminaba en Photoshop, donde las imágenes eran sometidas a todo tipo de estiramiento y distorsión”.
Este proceso creativo tan conciso también tiene capas de efectos de aerógrafo y de granulado, el cual Belena reconoce que “tiene que ver con esos bodegones que nunca pude pintar, los difuminados, el sfumato, los achurados y velados que nunca me resultaron. Son recursos que se me quedaron grabados y reaparecen en esta especie de reciclaje digital, como efectos que pretenden otorgar a las bajas resoluciones cierta cualidad y reminiscencia análoga”.
“Siendo retratos de elementos sólidos, con cierto peso, cualidad matérica y nostálgica, habitan en lo digital, pues se vuelven livianos y espectrales, sin dirección alguna”
En esta especie de apariencia de found footage de imágenes oníricas de piedras, frascos, figuras de porcelana o jarrones, Belena encuentra su tesoro particular, y su tarea es seleccionarlas, analizarlas y resucitarlas de un ambiente digital que quizá le es ajeno.
“Me intriga la historia y recorrido de esas imágenes y cómo, siendo retratos de elementos sólidos, con cierto peso, cualidad matérica y nostálgica, habitan en lo digital, pues se vuelven livianos y espectrales, sin dirección alguna”. Es en este punto, Belena admite que su trabajo se topa de frente con el surrealismo y encaja perfectamente con la idea de imagen digital como imagen pobre de la realizadora alemana Hito Steyerl: “una idea errante en distribución gratuita, viajando a presión en lentas conexiones digitales, comprimida, reproducida, ripeada, remezclada, copiada y pegada en otros canales de distribución”.
En los diseños de Belena también aparece el concepto del glitch, del error de dispositvo electrónico como recurso artístico. “No es que yo utilice el glitch propiamente tal, es puro simulacro, pero esa estética está ya internalizada. Al trabajar desde lo digital aparece involuntariamente ese afán por estirar el pixel hasta reventarlo. En mis diseños hay algo de generación destructiva muy propio del glitch ya que la manipulación de las imágenes hasta su desintegración es lo que genera finalmente una visualidad nueva”.
“Al trabajar desde lo digital aparece involuntariamente ese afán por estirar el pixel hasta reventarlo”
Actualmente, Belena explora la versatilidad de su trabajo digital llevándolo a prints, prendas de ropa o fanzines, confiriéndole de nuevo materialidad al objeto ultra-filtrado digitalmente. “Ese ciclo o recorrido en forma de loop, opera también como un punto de encuentro donde ambas realidades, digital y análoga, se entrecruzan”. Descubre los resultados de estos cruces en su Instagram @belenabels.