Originario de la ciudad de Kyoto y actualmente establecido en ella, Kou Yamamoto, conocido en el arte como nouseskou, es un artista, programador, coreógrafo y músico que ha dedicado su obra a romper los límites entre las distintas disciplinas con las que trabaja. Para ello, no solo incorpora medios digitales en su danza, sino también revierte procesos creativos que llevaban milenios funcionando en otra dirección. Kou forma parte del proyecto nouses, que también integra a Rion Watley (nouses_rion), y que les lleva a ambos por caminos paralelos que, a veces, se cruzan.
“nouses es un proyecto muy importante para mí y Rion. En él experimentamos con el street dance como formato, explorando la manera de aproximarnos a los aspectos más profundos de nuestra expresión y nosotros mismos, de manera física. Es también y, en cierta manera, una búsqueda hacia mi identidad como japonés”.
Pero, antes de aproximarnos a todo ello, Kou nos habla de como llega a vincularse con todos esos medios expresivos y artísticos, así como un bebé que agita sus piernas y brazos para conocer el mundo: “Es cierto que la danza fue el inicio de mi exploración creativa, pero creo que desde que nací he estado vinculado a los mismos procesos, solo los medios han ido cambiando a medida que maduro. Y creo que seguirá así hasta el final de mi vida, lo veo como un acto de autoconocimiento, el conocimiento de otros y del mundo”.
Desde la adolescencia, este artista integra el cuerpo como un medio que, aunque no es único, sí es relevante al momento de establecer la espina dorsal de su propuesta. Ya instalado en esta búsqueda corporal, combina tres elementos que, aparentemente, no están vinculados: el street dance, las danzas tradicionales japonesas y la “musique concrète”. Esta última se construye en base a retazos sonoros previamente grabados y “robados”, que son integrados en una pista como un collage de sonidos que se hilan entre sí formando una nueva pieza. Todo ello se integra en la “danza concreta”.
“En mi trabajo, la riqueza de la expresión corporal se realza precisamente a través de las limitaciones que presenta el uso de sonidos fijos. Y esto me parece muy afín al street dance. Esta musique concrète no es un género musical que puedas encontrar en las calles, lo que me parece muy interesante. La estructura es similar al street dance, mientras que la representación se siente como una mezcla mitad street dance y mitad danza contemporánea. Además, la improvisación, las partes delicadas y la presencia, la estructura del cuerpo y la espiritualidad, creo, son muy japonesas”.
“En mi trabajo, la riqueza de la expresión corporal se realza precisamente a través de las limitaciones que presenta el uso de sonidos fijos. Y esto me parece muy afín al street dance”
En efecto, las coreografías de Kou son profundamente japonesas. Rodeadas de un silencio apenas aparente, sus coreografías se despliegan en su forma más pura y “concreta”, opuesta a lo abstracto. Es el observador contra el cuerpo. Los movimientos, parecidos a un glitch, se sienten familiares y nos permiten reconocer ese cuerpo como humano a pesar de la distancia que toma con la corporalidad en la que se basa. La propuesta silenciosa e íntima de Kou fuerza ese distanciamiento en lo que pareciera ser una habitación muy pequeña, en la que bailarines y espectadores se respiran en la nuca.
Aunque reconoce que el street dance no es una expresión de origen japonés, recuerda a Yukio Mishima, quien define a Japón como “un cuenco de vacío” capaz de transformar lo que absorbe y expelerlo convertido en algo completamente diferente. Influenciado por la visión de post-guerra del mismo Mishima, adopta el street dance como una apropiación del western y lo inyecta de su propia cultura en un acto de reconquista de ciertos valores y estéticas que fueron dinamitados durante la segunda mitad del siglo XX en su país. “Transformo sensaciones vividas en entornos naturales de Japón, como la profundidad de una montaña. En nouses, expresamos esto a través del cuerpo y la música”.
“Sería maravilloso poder establecer una relación cooperativa con las ‘machine-san’; agrego 'san' a las máquinas para personificarlas cariñosamente”
Además de nouses, Kou ha desarrollado en sus más recientes trabajos en solitario piezas de arte digital en las cuales la música o, más bien, el sonido, proviene directamente de la data que puede recogerse de la danza captada en video. Para Kou, esta exploración proviene de lo más primitivo de la creatividad, sin darle muchas vueltas: “La misma razón por la que un niño juega en una caja de arena; simplemente porque tiene ganas de hacerlo. No es que me niegue a la reflexión, sino que hay ciertos paisajes que desaparecen cuando se sobre piensan”. Kou prefiere dejarse fluir en la improvisación apenas perceptible de sus movimientos, hermanando conceptos que parecían enemistados. “Creo que estoy citando a John Cage aquí: ‘El arte es imitar la naturaleza en su manera de operar’. Mi corazón, como parte de la naturaleza, sigue este principio”.
En estos procesos de juego entre lo corporal y lo automático, Kou investiga también la expresión humana y la máquina. “Sería maravilloso poder establecer una relación cooperativa con las ‘machine-san’; agrego ‘san’ a las máquinas para personificarlas cariñosamente, reflejando una práctica cultural japonesa. Si mi trabajo puede constituir un puente hacia eso, me sentiría honrado. Persigo ese equilibrio a través de la mixtura de diferentes herramientas”.
Para terminar, Kou hace una predicción de futuro en la senda de la globalización: “Creo que las influencias orientales seguirán esparciéndose y la fusión de elementos occidentales y orientales también continuarán avanzando. Espero que esto nos lleve a un mejor futuro, pacífico y armónico. De todas maneras, espero que la gente continúe usando sus cuerpos de manera análoga, sudando y batallando, pero aún así disfrutando de su propia expresividad”.