David Sánchez (1999, Colombia) nunca imaginó que un improvisado retrato que le hizo a Pablo, un punk que pasaba el rato en El Cable, lugar de encuentro juvenil en pleno centro de Manizales, sería la llave que abriría una caja de pandora en su vida y lo sumergiría por completo en la contracultura punk de la capital universitaria de Colombia. Ese chispazo inicial daría lugar a “Porte ilegal de caras”, un proyecto que retrata la escena punk con toda su energía y rebeldía.
Al comienzo, David admite que se sintió atraído por las características estéticas de los punks, pero que, al sumergirse en la contracultura, comenzó a entenderla más profundamente y desde otra perspectiva.“Al principio no era parte de la escena, pero me gustaba la música y me llamaba mucho la atención las chaquetas, piercings, tatuajes y peinados. Con el tiempo, tomé una posición más activa y entendí como los punks utilizan la performatividad como posicionamiento estético y político. Paralelo a esto, en la universidad comencé a compartir, resistir y posicionarme políticamente desde el anarquismo, lo cual reconfiguró completamente mi pensamiento”.
La metamorfosis que vivió el autor tanto en lo aparente como en su forma de ver y vivir la vida, involucrándose, de forma más sólida y concreta con la contracultura y el punk, le permitió encontrar el lugar desde el que narrar su experiencia. “El punk es una crítica constante a todo lo que te rodea, te entrega una gran libertad de ser y hacer. Ese fue el punto de partida de la narración de una parte de mi vida, y para contarlo necesité sumergirme y ser parte de la escena que estaba fotografiando, porque para mi la fotografía se hace con el cuerpo y los sentimientos, inmerso en lo que se está registrando”.
“El punk es una crítica constante a todo lo que te rodea, te entrega una gran libertad de ser y hacer”
Colombia es conocido por ser uno de los países más violentos del continente y David es consciente de que su mirada se ha visto influenciada por el longevo conflicto armado, sin embargo ve, en el punk, una manera de canalizar esa energía y transformarla en creatividad.
“En este país sobran las razones para querer revelarse, y es en las tocatas donde puedo liberar toda la rabia acumulada y transformarla a través de mi cámara en un instrumento de reflexión y rebeldía. Es mi forma de criticar las deformidades sociales; sin ese ánimo reactivo del punk para mi sería imposible seguir viviendo. Quiero seguir aprendiendo y viviendo con intensidad, quiero que esta viveza de niño sea constante porque a los niños envejecidos nadie los quiere”.
“Sin ese ánimo reactivo del punk para mi sería imposible seguir viviendo”
Las cuarentenas y las restricciones impuestas por el gobierno debido al contexto pandémico, le han permitido al autor trabajar en el fanzine con las imágenes de “Porte ilegal de caras”, un formato que permite agregarle capas extras de información y lectura al proyecto.
“El fanzine nació porque tengo un instinto pragmático y creativo, además de un espíritu muy inquieto e insaciable. Este formato me permite unir cabos, intento hacer puntos de fuga y asociación entre el punk, el collage y mi profesión de trabajador social y, así, lograr un discurso más complejo. Al imprimirlo, realizo una acción sin daño, no quiero apropiarme de lo que he hecho, sino que quiero regalarlo y que se mueva de mano en mano en la escena punk”.
En el futuro, a David le gustaría exponer estas imágenes en la calle al estilo guerrilla, además de terminar el fanzine para devolverle a la escena punk todas las buenas fotografías que le ha permitido sacar.