En la página web de Matías Vial, aka “Il Mato” (Santiago, 1996), hay seis categorías que puedes consultar: video, fotografía, diseño, publicidad, exhibiciones y música. El apodo con sonoridad italiana de este artista multidisciplinar se lo puso su hermano como una “extraña variación” de “El Mati”, y hoy en día ya engloba un proyecto creativo con una identidad propia muy marcada y con muchas aristas; internacional pero con aire local. ¿De dónde proviene esta claridad y esta mirada transversal?
“Las dos cosas que más influyeron en mi motivación por el arte fue mi familia y el skate. Mi familia siempre estuvo vinculada al arte; mis abuelos tenían academias de baile, mi tía abuela es una conocida acuarelista chilena, mi mamá es escultura y grabadora, y mis hermanos están vinculados al diseño y las letras; la creatividad siempre estuvo cerca de mí. Por otro lado, desde muy pequeño me metí en el mundo del skate, el cual tiene su base en las revistas, los videos y la fotografía. Eso me dio el empujón final para meterme de lleno en el video y la imagen”.
“Más que el renombre de las escuelas o el prestigio que tienen ciertas universidades, la magia esta en la experiencia de vivir cosas diferentes que te abren la cabeza”
Otro aspecto que le confirió esta amplitud de miras (por no usar el aborrecible término “artista 360”), fue el tener los recursos suficientes para poder profundizar su formación en la Escuela de Diseño de la PUC con unos estudios audiovisuales y fotográficos en Nueva York. “Lo que más valoro de esa experiencia fue el poder empaparme de una cultura diferente, donde ves otra ropa, donde hueles otros olores y escuchas otra música. Eso es lo que te hace llevar tu arte al siguiente nivel. No por qué esos colores, sabores y sonidos sean mejores, sino porque te permite tener una perspectiva más amplia del mundo. Y eso es lo que te ayuda a retratar la realidad desde una visión más única, con más saborcito, con más vuelta”.
“Más que el renombre de las escuelas o el prestigio que tienen ciertas universidades, la magia esta en la experiencia de vivir cosas diferentes que te abren la cabeza: conocer gente distinta que creció en otro lado, que escuchó otra música en su infancia, que vió otros monitos animados. Eso se puede lograr de varias formas, no solo viajando ni estudiando. Hay que salir de la zona de confort y buscar esos factores que nos desestabilicen”.
Sin embargo, no siempre es tan bueno darle a tantos palos; ser aprendiz de todo te puede llevar a ser maestro de nada. No es el caso de Matías. Su “esquizofrenia” creativa aporta en todos los campos y formatos en los que decide expresarse, aunque quizá es más conocido por su propio proyecto musical y por haber dirigido videoclips de Paloma Mami, Young Cister, o Princesa Alba. Esta última faceta le ha llevado, recientemente, a ganar el premio de La Junta a mejor dirección de videoclip.
“Esa ‘esquizofrenia’ me hace pasarla re-mal, no les voy a mentir (risas). Soy bastante obsesivo con mis cosas, lo cuál es un arma de doble filo. Por un lado, siempre cumplo mis metas y lo doy todo por llegar a donde quiero, pero por otro, ese empuje tiene un costo de salud mental bien alto […]. A veces me despierto con ganas de hacer un reggaetón y me dedico al 100% a eso y otro día me levanto con ganas de intervenir ropa o de bailar. Me encanta esa idea del artista integral como Childish Gambino, pero esa idea es más difícil de digerir en Chile”.
“Me genera placer incomodar, hacer cosas que la gente no se espere de ti, crear imaginarios que no hemos visto antes, poner a artistas que trabajan conmigo en lugares nuevos”
Su “marca personal” en todo lo que hace es, precisamente, desprenderse de esos límites que te encasillan en un estilo y moverse entre las referencias de los 90s y los 00s, las tendencias visuales más actuales, y puestas en escena abstractas y surrealistas. Su comodidad para por sacarlo todo y a todos de su zona de confort, replantearse las cosas, digerirlas y reinventarlas. En ese proceso, muestra formas distintas de habitar los cuerpos, lo masculino, lo extraño, sin olvidarse de lo conceptual con letras que hablan de temas como la salud mental.
“Mi trabajo habla muy desde lo personal, de cómo veo las cosas yo o de las cosas que a mi me sorprenden. Por eso temáticas como la ansiedad, estas nuevas formas de habitar las “masculinidades”, la extravagancia y la incomodidad pasan a plasmarse en mis obras. Desde chico me encanta el circo, disfrazarme, habitar nuevos personajes, performar. Me genera placer incomodar, hacer cosas que la gente no se espera de mi, crear imaginarios que no hemos visto antes, poner a artistas que trabajan conmigo en lugares nuevos”.
Matías es muy optimista sobre el estado actual de la música urbana en Chile, una situación a la que ha costado mucho llegar y ha sido gracias al esfuerzo y la colaboración de la gente que forma parte de ella. “Ahí también quiero hacer un shoutout a toda la gente que trabaja piolita tras bambalinas y que son claves para que todo esto pase: diseñadores, sonidistas, fotógrafos, periodistas, managers, etc. Me gustaría empezar a ver más cruces interdisciplinares, sería brutal ver al Young Cister vacilando con Gary Medel o al Pablo Chill-E comiéndose un completo con el King Arturo, […] y que existieran más lugares físicos donde conviviera toda la escena creativa”.
Y para lograr estos cruces, Matías trabaja junto a su socio Felipe Oyarzún en el estudio ERROR DE MODA, con el que esperan poder crear un proyecto tipo productora que englobe fiestas, moda, desfiles, videoclips y compartir ideas, miradas y formas de expresión con mentes creativas de todo tipo y, a poder ser, de todo el mundo.