Así como la terrorífica práctica del vendado de pies o chánzú en las familias acaudaladas de China, los personajes de las pinturas del danés Laust Højgaard (1989) crecen en cubículos en los que sus extremidades se retuercen por encajar. Será la forma cuadrada o rectangular del lienzo y el azar evolutivo de cada personaje y situación, lo que determinará las formas de los personajes que lo habitan. Evidentemente, eso no les lleva a expresiones de alegría, sino a la ira o la desidia.
El “dios” que encajona a estos personajes, Laust, no se hace responsable de estas limitaciones, sino que se sitúa como un simple espectador de una realidad que toma vida por sí misma.
“Veo a mis personajes como una representación de una versión alternativa, extrema y peculiar de la realidad. Me gusta pensar que son extraños e imperfectos, que están sin pulir, que tienen proporciones extravagantes y que los colocan en este escenario al que no pertenecen, pero al que tienen que adaptarse para encajar. Nosotros los observamos desde lejos, ellos no están mentalmente presentes. Tal vez se esconden dentro de sí mismos porque no quieren ser el centro de atención. Son majestuosos y frágiles al mismo tiempo, con elementos rugosos que puedes sentir”.
“Veo a mis personajes como una representación de una versión alternativa, extrema y peculiar de la realidad”
De este proceso surgen proporciones extremas y dedos que se convierten en pies, mezclados con zapatillas deportivas, cadenas de oro y criaturas mitológicas o prehistóricas, en fondos de color. Una amalgama que, no sabemos como, funciona a la perfección.
Aunque la carrera de Laust como pintor es relativamente reciente, al menos en el estilo y formato actuales, el dibujo siempre estuvo presente en su vida, además de diseñar en 3D y haber explorado todo tipo de técnicas y materiales. Trabajó 10 años en el mundo de la publicidad, pero lo dejó para dedicarse solo a la pintura. Empezó a compartir, de forma anónima, su trabajo en Instagram, a conectar con otras personas creativas y a obtener feedabck.
“Eso me hizo sentir más seguridad en mi mismo, era exactamente lo que necesitaba en ese momento para evolucionar como artista. Estuve divagando un poco entre distintos estilos hasta encontrar con el que me sentía cómodo y, cuando lo encontré, comencé a incluir mi nombre”, nos cuenta sobre esa etapa. Sin embargo, reconoce que en el contexto digital se pierden muchos detalles y texturas, y que prefiere experimentar el arte de forma presencial.
“Estuve divagando un poco entre distintos estilos hasta encontrar con el que me sentía cómodo”
Esa seguridad fue la que le permitió deshacerse de la necesidad de perfección y compartir su trabajo priorizando la inquietud por la auto-expresión. “Cuando decidí publicar todo mi trabajo para que todos lo vieran, me sentí mucho más libre y seguro. Supongo que también se sintió más honesto y me conectó con más personas”.
Actualmente, Laust está trabajando en ampliar el tamaño de sus pinturas y preparando diversas exposiciones para el próximo año, y admite que, aunque muestra zapatillas en sus lienzos, aún no le llega ninguna propuesta con una marca grande. Puedes seguir su trabajo en @laust.hoejgaard.