Dejando de lado aquellas naciones que, por motivos diversos, no tienen registros fiables, Sudáfrica es el país con mayor tasa de desempleo del mundo. Un 33,5% de la población no tiene un trabajo formal debido a una sociedad muy desigual y a graves problemas de xenofobia, entre otros asuntos. Esta situación hace que, muchos de los habitantes de su capital, Johannesburgo, tengan que habitar las calles realizando trabajos informales y haciendo lo que puedan para sobrevivir. O, como se suele decir en inglés, “hustling”. Ya queda poco de aquella ciudad cuyo nombre significa, literalmente, “lugar de oro”; ahora las minas se han agotado.
Isaac Zavale (Maputo, Mozambique, 1987) conoce bien esta realidad porque la ha visto (y la ve) desde hace años, cuando llegó a vivir a la capital desde Maputo, escapando, junto a su familia, de la guerra mozambiqueña, para encontrarse con otro conflicto armado en su destino. “Vivíamos en un barrio marginal del este de Johannesburgo, no había calles pavimentadas, eran caminos de grava. Cuando pudimos salir a la calle, en el año 92, fue en esos caminos de tierra en los que empecé a dibujar con el dedo y descubrí mi amor por el arte, o por esa forma incipiente de dibujo”.
Más adelante, en el colegio, entre clase y clase, siguió dibujando en sus libros, pero cuando terminó su educación obligatoria, decidió estudiar diseño gráfico. No terminó la carrera: “Sentía que ya tenía los programas para hacer esas cosas, y comencé a hacerlo en casa”. Después de esta experiencia, se decantó por la ingeniería de sonido, armó una banda de música con la que giró durante un año y, en 2010, ya estaba buscando un nuevo desafío. “Un amigo me recomendó ir a Artist Proof, una escuela de grabado en Johannesburgo y, a raíz de eso, formé Alphabet Zoo con unos amigos, un proyecto enfocado en hacer fanzines e impresiones de todo tipo”. Esto fue la semilla de Prints on paper, un estudio de grabado con el que, siguiendo la estela de la anterior iniciativa, compartieron conocimientos a través de talleres, exposiciones, portafolios, etc.
Y llegamos a 2017. Todos estos proyectos se disuelven e Isaac decide concentrarse en la pintura, aquí arranca el camino en el que se encuentra actualmente. “Estaba fascinado por el pop art, me recordaba a los anuncios y los letreros que veía de pequeño en Mozambique. Me empecé a cuestionar qué era realmente ese estilo, ¿es algo que ves en la calle todos los días? ¿Qué es, entonces el pop art africano? Extendí esa idea y empecé a pintar retratos similares a los de las barber shops; aunque suene raro, tomé ciertos estereotipos para poder darle voz a estos países, a mostrar como la gente sobrevive y usa la ciudad”.
“Estaba fascinado por el pop art, me recordaba a los anuncios y los letreros que veía de pequeño en Mozambique”
A partir de los retratos, Isaac fue ampliando el plano, a pintar y mostrar como el centro de Johannesburgo había cambiado para convertirse en un lugar donde todos están “hustling”, ganándose la vida y tratando de escapar de los problemas sociales y culturales cada vez más patentes. “Empecé a fijarme en esas cosas: los blancos simplemente se alejaron de Johannesburgo y ahora está en decadencia. ¿Qué está pasando ahora en esta ciudad moribunda a la que anhelábamos entrar durante el apartheid y ahora, desde que estamos dentro, no hay gente blanca? ¿Cómo funcionamos en ella? El entorno social también moldea la mente de la persona o la manera en que interactúa con el espacio”.
A pesar de no ser una situación ideal, el objetivo del artista es que veamos la parte feliz, como toda esa gente colabora y se acompaña en su día a día por subsistir en condiciones desfavorables. “La mayoría de las veces, el arte negro o africano muestra gente triste, y mi ciudad no es así. Sí, es un desafío vivir aquí, pero también lo es vivir en Berlín, donde vivo ahora, o en cualquier otra ciudad del mundo”.
Con sus pinturas, Isaac hace un ejercicio de humildad y, simplemente, pinta para informar y educar a la gente, normalizar ciertas visiones y mostrar que en África no solo hay leones y que no todo el arte que sale de África se debería definir como “arte africano”, sino que también tiene estilos y matices.
“Quiero que los artistas ‘no formales’, que nunca fueron a escuelas de arte, los letristas de África o de cualquier otro país, se sientan orgullosos. No tienen acceso a la educación, pero son talentosos, a veces no valoran su oficio como arte y yo quiero romper esa idea para que desarrollen confianza y crean en sí mismos […]. Para la gente es más fácil cuando las cosas están en categorías determinadas, pero los artistas africanos que me influyeron y que fueron etiquetados solo como arte africano a veces tienen elementos cubistas, por ejemplo, pero aún así solo los llaman ‘arte africano’. Trato de construir una plataforma para que aquellas personas que no tienen la confianza de describir su arte, se atrevan a darle un nuevo título, quiero ser un aliado para ellos”.
“Quiero que los artistas ‘no formales’, que nunca fueron a escuelas de arte, los letristas de África o de cualquier otro país, se sientan orgullosos. No tienen acceso a la educación, pero son talentosos”
Una forma más de empoderar a los artistas de su país, es titular sus pinturas o añadir palabras en ellas en zulú o en la jerga de Johannesburgo. “Más allá del árabe, no leo ningún idioma africano en las instrucciones de un producto o en las etiquetas de la ropa, por ejemplo. Aunque el italiano solo se habla en Italia, a veces sí que aparecen esas instrucciones en italiano, eso es muy extraño. Por eso uso mi propio idioma en mi arte”.
Ahora Isaac está trabajando también en crear esculturas con la madera del árbol de Jacarandá, originario de Argentina, aunque muchas personas piensan que es una variedad africana porque crece mucho en Sudáfrica. Esto es algo con lo que se identifica el artista: “Soy un inmigrante en Berlín que creció en Sudáfrica y encontró su propia identidad, así como esta madera es inmigrante y encontró su identidad en África. Con esta madera quiero incluir a la gente, ya que en Sudáfrica hay mucha xenofobia, yo incluso fui criado por padres que, por miedo, no nos permitieron expresarnos como mozambiqueños ante la gente, teníamos que escondernos. Eso fue una situación muy distorsionada porque tenía que ocultar mi identidad siendo del país vecino, mientras había personas blancas que podían expresarla libremente”.
“Tenía que ocultar mi identidad siendo del país vecino, mientras había personas blancas que podían expresarla libremente”
Así, el arte de Isaac demuestra que la cultura y las ciudades del sur de África ha sido moldeada por los migrantes de los países vecinos como Ghana, Camerún o el Congo. Es un arte inclusivo que pretende que la cultura africana no se diluya en un mundo occidental y olvide que proviene de las personas que luchan en ella. “Todo aquello que proviene de una persona que lucha por sobrevivir, sea una pieza de arte o un consejo, puede ser mejor que aquello que hace una persona con privilegios, ya que las primeras tratan siempre de compartir sus habilidades, de integrarse, unirse y abrirse a otras personas”.
Puedes seguir el trabajo de Isaac Zavale en @zacatwork.