Pese a que durante la primera mitad de la década de los ochenta, el concepto otaku fue utilizado para denostar e incluso vincularlo a hechos lamentables como el del “asesino otaku”, esto no logró empañar el resurgimiento de la cultura a partir de los noventa. Series como Neon Genesis Evangelion, Sailor Moon, Pokemon y Dragon Ball, engendraron nuevos grupos de fans de este universo, que hoy cuenta con el aval del Estado de Japón y genera grandes volúmenes de dinero con una industria en torno a los videojuegos, el vestuario, y sobre todo, las series animadas y novelas gráficas.
Treinta tantos años después de que el término otaku comenzara a adquirir el significado que tiene hoy en día gracias a la globalización y el internet, Irwin Wong (Hong Kong, 1983) decidió recopilar imágenes de quien componen este universo en un libro: The Obsessed. Así es como el fotógrafo se dedicó a fotografiar a los fans “obsesionados” que componen sus subculturas: cosplayers, coleccionistas de figuras, fanáticos de marcas, o artesanos inspirados en sus series animadas favoritas, entre otros. La obsesión no tiene límites y puede ser hasta irracional cuando se trata de evadir el mundo real.
Si buscamos el origen de la palabra otaku, éste se referirá a “la casa de otra persona o familia”. Esto es casi paradójico puesto que este mundo termina siendo, efectivamente, un refugio para muchos, quienes por medio de disfraces, capas, accesorios o diseños personalizados, dedican su vida, energías y dinero a ensalzar a sus personajes, series y tribus preferidas.
Al igual que muchos jóvenes que vivieron el auge otaku de los noventas, Wong generó un lazo con el mundo del animé, pero no fue hasta 2017 que conectó de forma tangible con estas tribus urbanas, fotografiando a más de cuarenta personajes representativos, desde cosplayers “Lolita” en sus diferentes variantes, hasta escultores de piezas a escala real de Gundam. Sin embargo, no todas estas “tribus” pudieron ser incluidas en The Obsessed.
“Siempre habrá alguien que se quedará fuera de un libro sobre subculturas en Japón. Hay demasiados y todos ellos son muy entusiastas e interesantes. Al final, todo se redujo a hacer una lista de personas a las que yo tenía muchas ganas de conocer y fotografiar.”
"Siempre habrá alguien que se quedará fuera de un libro sobre subculturas en Japón"
Los personajes de las imágenes de Wong muestran no solo humanidad y cariño por su “obsesión”, sino además la valentía de ir contra corriente en una sociedad que, según las palabras del autor, “sacrifica la individualidad para mantener la armonía del todo”. “La mayoría de las personas solo miran y señalan, pocos tienen el coraje de ser completamente fieles a sí mismos y hacer lo que los hace felices, sin importar lo que pase o lo que la gente piense”.
Además de fotografiar las diferentes tribus y subculturas niponas, en las más de 200 páginas de The Obsessed, Wong retrata su desarrollo a través de los años y como han ido mutando. Del mismo modo, los términos que lo acompañaron también fueron aumentando, con conceptos como el animé, los mangas, lo “kawaii” o lo “moe”, entre otros. Este proceso creativo permitió al autor estrechar lazos con el mundo otaku y seguir consumiendo sus productos, sobre todo, animé y manga, con aún más entusiasmo.
“[En Japón] pocos tienen el coraje de ser completamente fieles a sí mismos y hacer lo que los hace felices, sin importar lo que pase o lo que la gente piensa”
Actualmente Irwin Wong continúa con su “obsesión” japonesa, esta vez centrada en los distintos tipos de bebidas alcohólicas. “Desde el sake, el shochu o el whisky, hasta licores artesanales, Japón tiene una industria de bebidas alcohólicas que mezcla la tradición con la innovación dentro de la coctelería”.
