Las imágenes producidas desde las artes gráficas se relacionan en distintos niveles con nuestra vida cotidiana. Desde sus inicios, la gráfica se define como una serie de técnicas y oficios asociados a la reproducción visual sobre el papel, las cuales se han expandido hoy hacia soportes digitales. En ese sentido, este tipo de arte, como todos, se refieren, de manera crítica, al contexto cultural que habitan. Así, los procesos técnicos para concebir una imagen permiten amplificar la fuerza de un mensaje social.
Esta dimensión de la gráfica legítima artísticamente disciplinas como la tipografía o la ilustración usando recursos masivos de comunicación como la ironía, el humor, la sátira o el mensaje publicitario, para expresar un mensaje visual desde lo mundano.
Dentro de la producción nacional contemporánea, abundan artistas que remiten a la cultura popular para desarrollar lenguajes visuales, cruzando usualmente lo digital con lo analógico y la influencia del diseño gráfico en sus obras. Las imágenes de la temuquense María Jesús Contreras (1993), diseñadora gráfica e ilustradora chilena egresada de la PUC, construyen una serie de composiciones que conjugan texto e ilustración mediante el uso de recuadros, contornos y espacios de color sólido, como elementos compositivos. Estas operaciones exploran y hacen referencia a la cultura visual de los años 90s y 2000s, a través de ciertos iconos pop, recurriendo a la nostalgia y al sentido del humor del espectador. Le preguntamos sobre sus primeros contactos con en el diseño gráfico y la ilustración.
“Yo creo que no hubo un momento inicial, más bien la ilustración apareció en los años que llevo dibujando, alguna vez escuché ‘me gustan tus ilustraciones’ y ahí lo consideré un concepto formal. Quizás la academia, los estudios, la universidad me llevó a comprender o a encaminar el trabajo que hoy en día estoy haciendo, a ponerle nombre… Cuando estaba en tercero básico mi hermana iba en séptimo y me pedía que le hiciera sus tareas de arte. Que los grandes reconocieran que hacía algo bien motivaba mi interés infantil. Más adelante en el colegio dibujaba la escenografía de las alianzas y participaba en cualquier actividad que me permitiera dibujar y ganarme un espacio entre mis pares. Era una forma de socializar. A los 15 años viví unos años en Canadá y como no sabía el idioma también era una manera de comunicarme y hacer amigos”.
“Participaba en cualquier actividad que me permitiera dibujar y ganarme un espacio entre mis pares, era una forma de socializar”
Las imágenes de María Jesús generan un espacio donde el cuerpo es representado mediante colores plásticos, siendo desmembrado y antropomorfizado a través de la serialización de sus partes. El uso del grano y el color no solo remiten a la imagen impresa, si no que también otorgan una dimensión de campaña gráfica a cada pieza. En este sentido, podemos apreciar cómo su trabajo se acerca a lo publicitario, entre la cultura popular y el consumo, una dialéctica que forma parte de las artes gráficas contemporáneas.
“Mi referencia estética siempre ha sido la saturación de los colores y los afiches de barrio porque esa era la estética que me rodeaba, junto con la naturaleza imponente, en el sur. […] Por otra parte, la publicidad en general coquetea con la estética y el humor y, así, se acerca a las personas. En la universidad me especialicé en branding por lo cual aprendí muchas reglas de como hacer una etiqueta, llamar la atención con un packaging o un buen logo y trato de aplicar ese aprendizaje tan comercial en algo absolutamente diferente”.
Esta relación entre la comunicación y el arte no se manifiesta solamente en su trabajo autoral, si no que también aparece en encargos como afiches para eventos culturales e indumentaria impresa, como las poleras de películas para Tienda Citrola. En estos últimos meses, además, también ha realizado una serie de imágenes asociadas a los movimientos sociales que suceden actualmente en Chile, tomando una postura clara de apoyo a las demandas ciudadanas.
“Son momentos inspiradores, creo que ahora tenemos la oportunidad de que la gente se acerque a las artes visuales como forma de comunicar su sentir, de desarrollar la creatividad, de crear desde la imagen nuevos escenarios, nuevos héroes y de romper lo que ya existe. Las artes gráficas deben ponerse al servicio de la gente, extender su voz, propagarla. Estoy viviendo esto como todos creo, intensamente, a veces con esperanza a veces con euforia y otras con miedo. Pero viviéndolo, y eso me hace sentir parte de algo”.
“Tenemos la oportunidad de que la gente se acerque a las artes visuales como forma de comunicar su sentir”
Bajo este concepto de propagación aparece también la intención de descentralizar la producción visual, abriendo sus espacios para permitir que entren otras sensibilidades. Así, María Jesús incorpora parte de su vida en Temuco, de manera implícita, en sus imágenes.
“Nací en Temuco pero estoy en Santiago desde la Universidad. Me siento extranjera en una ciudad tan grande y, a la vez, siento que el recorrido visual del sur, sus colores, la lluvia y su gente, me ayudan a aportar otro punto de vista. Creo que el desafío no es darle a mis ilustraciones un enfoque local, sino simplemente ser, no pretender ser otra cosa. Nunca seré santiaguina, ni muy civilizada, y creo que eso es suficiente para dar a luz algo con sentido de pertenencia, simple, no muy refinado, pero con mucha vida”.
Actualmente María Jesús sigue “en la oficina detrás de un computador” pero dedica el resto de su tiempo fuera de esa jornada laboral a pintar todo lo que se le cruza por enfrente. “Estoy haciendo carátulas de discos; ayer tuve una reunión con Soy irracional para ver cómo ilustrar su próximo trabajo. La semana pasada una con Mappin, para ilustrar un mapa de Chile, también me han contactado de algunos diarios para participar en proyectos que no puedo adelantar. Quizás por ahí me encuentren haciendo cuadernos para alguna marca que busca empoderar a las futuras generaciones”.