Armar rompecabezas y hacer pulseras con mostacillas y macramé fueron parte de los primeros acercamientos de Valentina Gálvez (Santiago, 1996) a las manualidades. Desde pequeña sus padres la impulsaron a explorar su lado más artístico y hoy, con 26 años, ya forma parte de la nueva escena de artistas jóvenes chilenos, con un marcado estilo pictórico que tiene como referentes a Cecily Brown, Francis Bacon y Joan Mitchell.
«Me gusta la cremosidad de sus pinturas y cómo presentan al cuerpo tan orgánico y vivo como es, sus pinceladas sueltas y paletas de colores. Me encanta que se note que hay pintura, que hay materia«.
Pero no es sólo su estilo lo que destaca; también lo son las temáticas que aborda y el imaginario que crea a partir de referentes sacados principalmente de los elementos que la rodean. Su último trabajo, por ejemplo, está inspirado en envoltorios de comida chatarra y golosinas de colores vibrantes y saturados plasmados en objetos que –inevitablemente– se encuentran en el imaginario colectivo. “Es plástico, industrial, me gusta llevarlo a lo artístico, a la pintura, que un espectador común y corriente pueda participar de ellas y le llame la atención lo que hay en estas pinturas”.
El cine y la música son otra fuente de inspiración importante dentro de la obra de Valentina. Las películas y videoclips que consume son plasmadas sobre la tela con una interpretación libre y dinámica protagonizada por personajes de Star Wars, Rosalía o Snoop Dogg. También aparecen “trazas” de fútbol, un deporte siempre presente en su vida con el que practica la soltura en su pincelada.
“Mis pinturas hablan de lo que me rodea y de quien las hace: una joven contemporánea que está sacando pinturas en una era digital”to de cabecera
“Si hago obras de personas es porque me llama la atención su pose, sus gestos o los colores que visten. Las pinturas basadas en videoclips de artistas surgen de la música que consumo, me gusta su estética y ahí es donde mis ojos se detienen. Eso hace que mis pinturas hablen de lo que me rodea y de quien las hace: una joven contemporánea que está sacando pinturas en una era digital”.
La decisión de optar por lo analógico (la pintura) en un mundo digital (las redes sociales, la web, los softwares de diseño y creación de imágenes…), comenzó a desarrollarse con más fuerza durante la pandemia, cuando la mayoría se refugiaba detrás de una pantalla, distrayéndose o informándose sobre lo que ocurría en otros lugares del planeta. Valentina encontró, en la pintura, una vía de escape. “Prefiero lo tangible, lo único, lo que no pasa tan rápido y se pierde en la nube del computador como otro archivo más”.
Lo digital llegó cuando empezó a publicar su trabajo en Instagram, la red social elegida para recopilar sus diferentes obras y también las exposiciones de las que ha sido parte. En esta plataforma es posible identificar rápidamente su estilo y notar cuál es el patrón que se repite en cada una de sus pinturas.
“Soy ansiosa con la pintura, tengo una idea y siento la necesidad de llevarla a cabo, por eso trabajo mucho en series. El acrílico me ayuda por su rápido secado, aunque también me desafía por el contratiempo de la mezcla de colores. Me encantan las texturas, que se vea la pasta, me gusta crear la sensación de querer tocar.”
“Me encantan las texturas, que se vea la pasta, me gusta crear la sensación de querer tocar”
Actualmente, Valentina está dedicada a realizar obras por encargo y en seguir experimentando con formatos y técnicas. También está trabajando en un proyecto para poder irse a una residencia fuera de Chile, experiencia que ya vivió anteriormente en Buenos Aires.
“Me encanta el intercambio cultural y social, aprender e incluir a otras personas en mis trabajos. Me gusta tener esa retroalimentación, poder ver el trabajo y metodologías de otros artistas y recibir feedback sobre tu obra, seguir expandiendo el espectro de creatividad”.