Lo que hace unos siglos atrás era banal no se representaba pictóricamente. Los grandes maestros del Renacimiento y el Barroco, por ejemplo, idealizaban la antigüedad clásica, y la convertían en el tema principal de toda representación plástica o escultórica. El pintor Clement Poplineau (Lyon, 1991), trabaja en la misma dirección, pero en el sentido opuesto: sacraliza lo cotidiano, lo banal, aquello que ve y vive junto a sus amigos en los barrios de la periferia francesa. Su obra está basada, obviamente, en su experiencia personal.
“Crecer en Lyon fue lo que desencadenó mi interés y curiosidad por el Renacimiento, en particular por la arquitectura del Viejo Lyon y de la Croix Rousse, dos barrios medievales y renacentistas bien conservados. El contenido de mi obra es una referencia a mi pasado; hice lo que hacen muchos jóvenes: vender drogas, pelear y conocer a las personas adecuadas, o no tanto. Fue entonces cuando comencé a tramar ‘travesuras’ más serias”.
“PINTO COSAS QUE VEO Y VIVO, ES LA SACRALIZACIÓN DE LA VIDA COTIDIANA Y DE NUESTRAS ACCIONES QUE LLEVAN DENTRO DE SÍ UNA FUERZA FRECUENTEMENTE OLVIDADA”
Así, las obras de Clement se basan en la “representación de la actividad simbólica de la juventud de los guetos y los entornos precarios”, planteada como un testimonio real y directo de su vida y la de sus amigos, las cuales para algunos no merecen ser representadas ni estar visibles.
“Mi objetivo es presentar el arte a jóvenes que no necesariamente se han expuesto a él hasta ahora. Esto supone el encuentro entre dos mundos que elimina las diferencias sociales. Los temas de mis pinturas se basan en la observación, pinto cosas que veo y vivo, es la sacralización de la vida cotidiana y de nuestras acciones que llevan dentro de sí una fuerza frecuentemente olvidada”.
La gran pregunta o, al menos, una que el propio Clement se habrá hecho alguna vez es, ¿por qué elegir una disciplina como la pintura en plena época de efervescencia y creatividad acelerada por las redes sociales y el arte digital?
“La práctica de las artes llamadas ‘clásicas’ y las artes digitales son contradictorias entre sí en cuanto a los protocolos que deben establecerse, a la identidad misma de las obras y a su naturaleza. Hay algo universal e irreversible en la pintura, pienso en cada acción y adición de pigmento sobre el lienzo como un hecho que ofrece poca o ninguna posibilidad de volver atrás. Hay un carácter único e irreproducible que solo existe en la práctica de las artes clásicas. La pintura es atemporal. Debo admitir que mi forma de usar las redes sociales es bastante arcaica, solo lo veo como una forma de estar en contacto con la gente, y viceversa. Mi trabajo debe verse en la vida real porque al mirarlo a través de una imagen, se pierde mucha información pictórica”.
“Hay un carácter único eirreproducible que solo existe en la práctica de las artes clásicas. La pintura es atemporal”
El proceso creativo que implica el acto simbólico de enfrentarse al lienzo físico, donde cada pincelada cuenta, es más arcaico, pero la inspiración puede venir de cualquier lugar, situación o imagen. “Me influencian e inspiran muchos elementos, puede ser una canción, un lienzo de un gran maestro barroco, o una mancha de sangre en la vereda. Las imágenes de la vida cotidiana son lo que realmente impulsa mi producción artística”, comenta Clement, y continúa: “Arreglo mi paleta utilizando únicamente pigmentos naturales (los que se usaban durante el Renacimiento y el Barroco para mantener una cierta identidad pictórica). Pinto exclusivamente con veladuras en óleo, una técnica que me permite hacer una sucesión de capas transparentes, dando una verdadera profundidad a la pintura y un aspecto suavizado que me gusta mucho”
Actualmente, sigue trabajando en varias pinturas y decidió salir de su “zona de confort” creativa para pintar una vidriera de San Cristóbal, el patrón de los viajeros, “es algo para lo que no tengo entrenamiento ni experiencia, eso agrega un desafío a la tarea”. Puedes seguirle en @clementpoplineau.
