Pablo Estévez (Madrid, 1978) y Javier Belloso (Madrid, 1980) se conocerion estudiando fotografía y, aparentemente, encontraron, en el otro, la horma de su zapato. En esos años formativos descubrieron que, a través de una cámara, podían dar salida a su creatividad. Y es más, decidieron hacerlo juntos. Dejaron sus trabajos en la capital española y se mudaron a Nueva York, a “modo de viaje catártico” con el que dejar atrás una antigua vida y lanzarse, definitivamente, hacia “su auténtica pasión”.
Un tiempo después, volvieron a Madrid e iniciaron su propio proyecto, Estévez + Belloso, con el que se han trasladado, recientemente, a París, en busca de nuevas inspiraciones y colaboraciones. “Hemos transitado por varias fases creativas y cometido muchos de los típicos errores de fotógrafos, la mayoría de ellos relacionados con intentar crear el tipo de imágenes o trabajos que pensábamos que la industria esperaba de nosotros. El punto de inflexión de nuestra carrera fue un curso sobre Creatividad al que asistimos, impartido por el fotógrafo Javier Vallhonrat. A partir de entonces, dejamos de mirar hacia el exterior en busca de inspiración o aprobación y comenzamos a escudriñar nuestro mundo interior: nuestros intereses y nuestras obsesiones”.
“Hemos cometido muchos de los típicos errores de fotógrafos, la mayoría de ellos relacionados con intentar crear el tipo de imágenes o trabajos que pensábamos que la industria esperaba de nosotros”
Si ya es difícil, como artista, estar de acuerdo con tu propio criterio, no debe ser sencillo encontrar un punto de vista común con otra persona y construir un proyecto con un imaginario, estilo y concepto sólidos, en el que todo se presenta con autoría compartida. Y no solo se presenta, sino que ambos son parte de todas las fases del proceso creativo de sus imágenes: deciden la dirección creativa, desarrollan las ideas, hacen las fotos indistintamente y se sientan a editar juntos.
“El haber empezado juntos e ir creciendo simultáneamente como fotógrafos nos ha ayudado a desarrollar esta visión conjunta. Para esto hay que dialogar mucho, compartir constantemente referencias, hablar de los intereses fotográficos de cada uno y compartir objetivos en el desarrollo de nuestra carrera. Pero quizás lo más importante y, a la vez, lo más complejo es dejar los egos a un lado y respetar profundamente la diversidad de opiniones, tener confianza en el otro, entender los errores como comunes y como oportunidades en las que ambos podemos aprender y crecer […] Buscamos siempre llegar a acuerdos win win entre nosotros, en los que logremos el mejor resultado posible y que ambos lo sintamos como propio”.
“El haber empezado juntos e ir creciendo simultáneamente como fotógrafos nos ha ayudado a desarrollar esta visión conjunta”
Otro de los desafíos a los que se enfrentan es propio del mundo de la creatividad: encontrar un ángulo propio que los diferencie del resto, abandonar la idea de que ya está todo hecho y atreverse a experimentar con los medios y formatos. Para lograrlo, citan muy acertadamente un concepto clave: aquello que está fuera de lo ordinario. “Buscamos sujetos extraordinarios (personas, objetos, lugares…) para retratarlos de forma ordinaria y tratamos de obtener fotografías extraordinarias (literalmente, fuera de lo ordinario) a partir de sujetos más corrientes”. Dentro de este proceso que culmina con una imagen “extra-ordinaria”, es decir, excepcional, extraña o singular por su naturaleza, dedican mucho tiempo a editar, a yuxtaponer ideas, temáticas e imágenes para que dialoguen entre sí, a elegir y construir paisajes y personajes vulnerables, con grietas por las que puedan colarse y seguir explorando.
El resultado de esta metodología orgánica, de este realismo extraordinario, son imágenes que resultan tan ajenas como reconocibles y que construyen códigos visuales entre esta extrañeza y “lo cárnico, lo vulnerable, la identidad, lo simbólico, lo común, lo sorprendente […] Nos gusta la gente real, con sus cicatrices, sus fallos, sus vulnerabilidades. Creamos paisajes imaginarios y heterogéneos repletos de fraccionamientos, simbolismo y rastros de la normalidad disfuncional en la que vivimos. Sentimos una atracción por la belleza incómoda, lo superlativo, lo sutilmente perturbador y misterioso”.
“Nos gusta la gente real, con sus cicatrices, sus fallos, sus vulnerabilidades […]. Sentimos una atracción por la belleza incómoda, lo superlativo, lo sutilmente perturbador y misterioso”
El criterio para que este proceso creativo y metodología sobrevivan al paso del tiempo y a los ciclos de vida cada vez más cortos de las imágenes, es la honestidad, la experimentación y la convivencia con otras formas y herramientas de creación de imágenes. “El realismo crudo, la inclusividad y la normalización de todo tipo de modelos (con distintos cuerpos, géneros y edades) y las hibridaciones con el mundo de la fotografía más conceptual, siguen en auge. El sector de la imagen de moda seguirá buscando nuevas formas de sorprender al espectador, de generar impacto adaptándose y, a veces, adelantándose a los avances sociales […]. En lo personal, somos unos enamorados de la parte experiencial de la fotografía, hay ciertos elementos que aporta el acto fotográfico, físico y presencial, que el uso de Inteligencias Artificiales no podrá sustituir: la comunicación interpersonal, la posibilidad de buscar y encontrar el ángulo propio in situ, o las casualidades, los imprevistos o errores que se dan durante la toma y que frecuentemente acaban dando lugar a las fotos seleccionadas”.
En este momento, Pablo y Javier, siguen enfocados en su trayectoria dentro del mundo de la moda y preparan varias editoriales, pero también trabajan, en paralelo, en sus proyectos personales. Puedes seguirles en @estevezandbelloso.