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10 años de NAVE: celebrando el goce de existir

NAVE, un lugar con una pulsión fuera de lo común en el hemisferio sur, celebra en 2025 diez años de creación, refugio y enaltecimiento de las extrañezas que nos constituyen. Esas rarezas, encuentran espacio en este centro ubicado en el Barrio Yungay, donde los artistas y sus procesos son el eje central y, al mismo tiempo, la razón de su existencia.

Creado en 2015, NAVE surgió en un contexto donde la infraestructura y las metodologías de acompañamiento a los procesos artísticos eran insuficientes en Chile. Desde entonces, su propósito no ha sido la mera difusión de obras, sino el de funcionar como una especie de  “útero” dentro de la ciudad: un espacio donde puedan gestarse distintas búsquedas en torno al cuerpo y donde sean los procesos lo verdaderamente importante.

El diseño arquitectónico de NAVE, a cargo de Smiljan Radic, conservó la fachada original del conjunto: catorce casonas del barrio que habían perdido casi toda su estructura interior a causa de incendios y terremotos, dejando en pie únicamente sus frontis. Radic concibió el interior como un espacio de resguardo, donde la pieza de arquitectura contemporánea funciona como un habitáculo que acoge y propicia el movimiento; un cuerpo que, a su vez, contiene otros cuerpos.

Tras su construcción, se conformó la Fundación de Patrimonio Artístico y Creativo NAVE, con la idea de ofrecer un lugar donde los artistas pudieran crear sin las barreras que impone la falta de recursos o infraestructura. Aunque en sus inicios el proyecto se centró en prácticas que tenían al cuerpo como núcleo desde las artes, con el tiempo NAVE ha expandido su campo para acoger otras disciplinas y lenguajes que orbitan las prácticas corporales a través de laboratorios de experimentación y aperturas de procesos. 

“Es un lugar distinto a otros dedicados a las artes, porque aquí los cuerpos pueden alojarse, descansar, trabajar, bailar, moverse, desplegarse, existir”, comenta Jennifer McColl, directora artística y ejecutiva del centro. A lo largo de los años, afirma, las líneas curatoriales de NAVE han ido mutando según las visiones de sus distintas directoras, consolidando así su identidad como un centro de creación y residencia. Actualmente, bajo la dirección de Jennifer y junto a la comitiva curatorial, se han imaginado y puesto en práctica tres líneas curatoriales específicas que trabajan de forma complementaria: Espacio Abierto, Dorsal y Desborde.

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“Aquí los cuerpos pueden alojarse, descansar, trabajar, bailar, moverse, desplegarse, existir”

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Cada una de estas líneas configura un campo de acción que, aunque a veces opera de manera cerrada, también se abre en momentos específicos. 

“NAVE está cerrado la mayor parte del tiempo. Incluso su arquitectura habla de eso, de un lugar que protege el interior, porque adentro están pasando muchas cosas maravillosas. Sin embargo, también teníamos la necesidad de entender cómo podemos abrir NAVE al mundo, para contarle qué hacemos y para encontrarnos con otras personas que quieran venir a ser parte de una comunidad”. 

La primera de estas líneas, Espacio Abierto, surge precisamente desde esa necesidad de abrir. Se ha comenzado a construir una relación con los vecinos del Barrio Yungay. Entre sus actividades destacan los bingos organizados a través de “malones bailables”, en los que entre 400 y 500 vecinos pueden llevar alimentos, botellas de vino o pequeños aportes para compartir durante el juego. Además, algunos locales del barrio participan donando tortas, postres y otras preparaciones para el encuentro.

En paralelo, durante los meses de primavera y verano, se realizan mensualmente las Danzoteas, un espacio ubicado en la parte superior del edificio. Con distintas temáticas musicales, las personas pueden acercarse a bailar de forma gratuita estilos variados: desde swing, K-pop y prácticas de danza contemporánea y de culos, hasta clases dirigidas a adultos mayores, como tango.

Asimismo, dentro de esta línea se convocan proyectos artísticos cercanos al barrio, y cada año se desarrollan tres o cuatro residencias que se vinculan estrechamente con lo que ocurre en el territorio. Todo esto ha generado un ambiente muy particular, donde vecinos y artistas se encuentran atentos los unos a los otros, con NAVE como punto de encuentro. 

“Empieza a pasar algo lindo: las mismas vecinas y vecinos nos piden venir a las aperturas, saber qué está pasando y qué proyectos se están desarrollando. Hemos tenido vecinos mayores que nos han propuesto proyectos hermosos de archivo. Es importante entender qué está pasando con la gente mayor en el barrio o rescatar esas historias antes de que se pierdan”, comenta Jennifer.

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En esta misma línea, también se ha generado una relación con la cultura kiki y la comunidad Ballroom en Santiago, trabajando en conjunto para gestionar el espacio. La colaboración, más allá de prestar el lugar para que se realicen los eventos, también incluye el diseño de escenarios con la ayuda del equipo técnico. 

Así, NAVE se sostiene gracias a la amplitud de libertades que ofrece en términos curatoriales. A diferencia de otros espacios, su objetivo principal es defender y promover la libertad de expresión, permitiendo que los proyectos se desarrollen plenamente sin que estereotipos o mandatos tomen su vigor.  

A estas experiencias de apertura del centro, se suma la segunda línea curatorial, Dorsal, en la que NAVE busca pensar desde el territorio del sur global cómo trabajar con otros territorios de la misma zona, como Oriente y Asia, así como con ciertos grupos y colectivos artísticos ubicados en las periferias de Santiago o en regiones del país. Actualmente, NAVE mantiene colaboraciones con países como Jordania e India, con quienes realiza distintas residencias artísticas y proyectos curatoriales. También se desarrollan intercambios con Europa, entendiendo siempre que la colaboración es mutua: son residencias cruzadas donde no solo se aprende, sino que también se lleva arte de Chile a otro lugar sin jerarquías.

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“Si bien tendemos a mirar a Europa como el lugar donde están las referencias, para mí es acá, desde este lugar en el que realmente podemos pensar. El fin del mundo es una especie de retaguardia para el Norte Global, pero para nosotras es como el inicio, donde todo está sucediendo. Desde aquí entendemos que tenemos mucho más vínculo con un artista en Jordania -en términos de territorios, relaciones con el cuerpo y experiencias sociopolíticas- que con otros lugares del planeta, que están en otros hemisferios”. 

Finalmente, se suma la última línea curatorial, Desborde, que permite pensar en la actualidad y en nuevas formas de relacionar el cuerpo, la tecnología, la ciencia y el arte. Esta línea abre el espacio a proyectos que adoptan miradas experimentales y colaborativas, funcionando como un punto de encuentro para diferentes comunidades. Por ejemplo, la Bienal de Artes Mediales que se desarrolla actualmente en Santiago realizará ciertos eventos en NAVE, al igual que la Fundación Mar Adentro con su Encuentro Poligonal.

En paralelo, se desarrollan proyectos con artistas del Cono Sur. Un ejemplo es Dian C. Guevara, con su proyecto Grasa, una residencia para mujeres y disidencias que conecta México y Chile. Así, NAVE se transforma en una especie de hogar: un lugar para crear y para convivir, compartir experiencias y construir cotidianidades entre artistas, en un espacio que protege lo que ocurre en su interior, por ser valioso.

Tras diez años de NAVE, permanece el desafío de cómo sostenerse en el tiempo. La mayoría de los fondos disponibles para proyectos culturales suelen destinarse a prácticas emergentes o a conmemorar aniversarios significativos: 15, 25 años de trayectoria. También se premian nuevas iniciativas. Pero, ¿qué sucede con todos aquellos proyectos que quedan en el entremedio?

La directora señala que esta falta de sostén institucional no tiene que ver con los artistas, quienes continúan creando y trabajando con fuerza, sino con la ausencia de espacios que puedan acompañarlos de manera constante. Bajo este conflicto -estar atrapado entre la novedad y la memoria, entre lo que se conmemora y lo que emerge- NAVE se convierte en un ejemplo de subsistencia y resistencia dentro del mapa cultural y afectivo del Cono Sur.

El centro logró sobrevivir a la pandemia y a crisis económicas profundas, y la edificación continúa funcionando, en parte gracias a financiamientos estatales y al apoyo de la fundación. Las líneas curatoriales se siguen cuestionando y rearmando a medida que pasan los días y cambian las circunstancias, con un mismo objetivo: sostener este espacio a lo largo del tiempo, pero sobre todo, por los artistas que continúan creando.

“Yo soy súper clara: NAVE no es un espacio que apoye a los artistas. NAVE existe porque existen los artistas. Si no hubiera artistas trabajando, NAVE estaría vacío”, afirma la directora.

“Esto no es algo caritativo, al contrario: nuestra labor es parte fundamental de la creación artística, pero complementaria. No existimos sin artistas trabajando, y para ellos este espacio puede profesionalizar sus formas de trabajo y darles herramientas. Pero no es un apoyo en el sentido tradicional, no estamos haciendo caridad al arte, añade.

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“NAVE no es un espacio que apoye a los artistas. NAVE existe porque existen los artistas. Si no hubiera artistas trabajando, NAVE estaría vacío”

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Tras estos diez años, NAVE continúa repensándose. Se cuestiona cuáles conceptos utilizar, si hablar de artes vivas o no, si definirse como un espacio interdisciplinario o transdisciplinario. Pero, por sobre todo, las conversaciones que se dan en el centro revelan que lo que realmente importa es el goce: la celebración del poder existir

NAVE es un espacio donde los márgenes tienen un sitio propio, donde los márgenes y las rarezas que los trazan son el centro. Nos gusta la rareza, creemos que es importante que exista. Porque si no existe aquí, ¿dónde? Porque es parte de nuestros sentires, de nuestras existencias. Todo el mundo tiene rarezas y aquí les damos un lugar para ser”. 

Finalmente, mirando hacia el futuro de la institución, reflexionan sobre la importancia de experimentar con nuevos lenguajes, de trabajar con artistas con quienes aún no han colaborado y con prácticas aún inexploradas que impliquen al cuerpo. “A veces resulta maravilloso, a veces no tanto. Bueno, es parte del riesgo que queremos correr. Probar.”

Conoce más de su trabajo aquí

Fotografías por: Vicente Palma, Nico Saieh, Cristóbal Palma, Sabino Aguad. 

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