El graffiti ha pasado a ser parte del paisaje en casi todas las poblaciones del mundo y es casi invisible a nuestra mirada cuando caminamos por la calle, a no ser que le prestemos especial atención a las formas dibujadas con aerógrafo. El artista Street Runner (Lisboa, 1995), se inició a los 12 años con este arte, pero con el tiempo y durante un viaje a Bruselas, sintió la necesidad de la permanencia y la interacción con aquello que creaba.
“Ese viaje fue en 2015 y recuerdo que pensaba ‘cuando vuelva a Lisboa tengo que empezar a tatuar y pintar más cosas además de graffiti’. Y eso fue lo que hice. Cuando regresé a Lisboa comencé a poner cosas en la práctica, quería que lo que creaba tuviera más vida y fuera algo más que contemplativo, quería que interactuara con el entorno y con el espectador, por eso empecé a explorar un lenguaje con otro tipo de materiales y otros formatos”.
La exploración se fue primero hacia el tatuaje, y después hacia el lienzo, para terminar en sus recientes esculturas hechas con ropa y toallas viejas. Es con estos materiales que explora su imaginario y lo convierte en obras de gran formato que cobran vida, expresión y dimensión. Las zapatillas Nike que su hermano –que vivía en París–, siempre usaba cuando iba a visitar a la familia a Lisboa, son ahora figuras gigantes, del mismo modo que los autos o motos policiales ardiendo o un colchón que se convierte en un billete de 200 euros, entre otras piezas.
“Me gusta hacer piezas que no se suelen ver, que no sean fáciles de hacer, esa ambición es lo que me motiva a pensar ‘out-of-the-box”
“Suelo decir ‘no son unas zapatillas, es la cultura’. Las zapatillas representan las calles, las personas de mi edad o un poco más mayores, seguro que recuerdan la época en que todos usaban Lacoste y Nike TN, es un streetstyle clásico. Quiero hacer realidad las cosas con las que sueño, que me identifican y representan a mí y a otras personas que entienden mi ‘idioma’. Me gusta hacer piezas que no se suelen ver, que no sean fáciles de hacer, esa ambición es lo que me motiva a pensar ‘out-of-the-box’”.
Este artista situa sus grandes piezas en la calle para generar un impacto en las personas que se cruzan con ellas y su textura es algo que invita a tocarlas, a interactuar. Las preguntas que surjan a raíz de verlas en las cabezas de los que miran, es lo que le interesa a Street Runner.
“Siento que la gran escala crea más impacto e interés en las personas y le da más importancia a lo que estoy haciendo. Surgen preguntas como ¿cómo se hace esto?, ¿por qué hiciste esto tan grande?, etc. Pueden estar de acuerdo o no conmigo, les puede gustar más o menos lo que ven, pero lo importante para mí es que surjan preguntas, y eso solo sucede si, de cierta manera, el arte crea un impacto visual en las personas”.
“Lo importante para mí es que surjan preguntas, y eso solo sucede si, de cierta manera, el arte crea un impacto visual en las personas”
Una de estas piezas es “Reality Blocker”, un chico que mira el teléfono apoyado en la pared, ajeno a lo que sucede a su alrededor. Si no fuera por sus dimensiones, esta figura podría parecer un transeúnte más. “Quería que la pieza no solo impactara a la gente que pasaba, sino que también fuera parte del entorno en el que se encontraba, uno más de nosotros. Dado que la ubicación en la que iba a estar era una zona de paso entre estaciones de tren, metro y autobús, quería representar a alguien que estuviera ‘en su mundo’ con todo el movimiento de personas a su alrededor, que es lo que sucede cuando estamos absortos con nuestros teléfonos y no nos damos cuenta de lo que está pasando a nuestro lado”.
Así, el trabajo de Street Runner subraya lo que sucede en todas las ciudades de forma transversal, las dinámicas más o menos problemáticas que las atraviesan e igualan, llamando la atención de forma visual o estética mediante símbolos con los que la gente se identifica y pueden despertar su curiosidad. Y a todo eso añade la capa interactiva y contextual que acercan el arte a personas que quizá no entrarían a un museo, pero sí que tocan y se interesan por estas esculturas de tela. “Me parece interesante romper las barreras del contacto humano con el arte, tratar de hacer todo cada vez más interactivo y no solo contemplativo”.
“Me parece interesante romper las barreras del contacto humano con el arte, tratar de hacer todo cada vez más interactivo y no solo contemplativo”
Estas piezas de mayor tamaño requieren de una logística creativa compleja que parte con fotos y bocetos, siguen con el diseño de la estructura de hierro que soportará la pieza y su construcción, y avanzan al agregar la espuma de poliuretano con la que se inicia la escultura. “Una vez está lista, empiezo a cubrir toda la pieza con tela sobrante y la pego con cola blanca. Por suerte, ahora ya tengo un stock de ropa que me regala la gente para este último paso”.
Actualmente, está trabajando en una exposición individual que presentará en tres espacios de la ciudad. La primera, “Correr pela liberdade”, una estatua de grandes dimensiones de un manifestante encapuchado corriendo con un ramo de flores en la mano, la presentó ya el 25 de abril y conmemoraba el fin de la dictadura portuguesa en 1974, y las otras están por ocurrir.
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