La música por su carácter polimorfo y fluido no tiene un significado fijo, llega al alma de manera incesante e imprevista, en forma de punzón atravesando una experiencia por su capacidad de alterar nuestros sentidos y nuestra percepción. ¿Qué es lo que ocurrirá entre los músicos y espectadores este sábado 06 de agosto cuando se encuentren en la orquesta dirigida por Gabriel Paillao para Pablo Chill-E? los sentimientos que allí brotarán son tan inciertos como la extrañeza de esta combinación.
Es miércoles 27 de agosto, son las 11 de la mañana aproximadamente en el ensayo general de Red Bull Symphonic. Pablo Chill-e, exponente del trap a nivel latinoamericano, sale al descanso, tranquilo y sonriente. La gran sala 2 de TVN, de más de 10 metros de altura, está llena de instrumentos de orquesta y de sus letras proyectadas en una pantalla. Los músicos se relajan y conversan entre ellos.
En ese ambiente distendido y caótico a ratos, Pablo recuerda cómo llegó la invitación que lo tiene hoy ensayando antes del gran día con una orquesta sinfónica: “Llegó la propuesta y al tiro empezamos a maquinar (…) a mí me presentaron al Gabo y al tiro así hicimos como una relación de panas, ¿cachai? Como un clip. Eso es importante. Y ha sido bacán trabajar con él, con todos los músicos”, comenta.
Por su lado, Gabriel Paillao, pianista y director musical de La Brígida Orquesta, conoció a Pablo a través de una amiga en común que le mostró el video de “Flyte”. Para él Pablo fue el gran ícono reivindicativo de este concepto atravesando toda la cultura popular, haciéndole un crujido a la hegemonía “cuando te salían las CH viniendo de la población y te expresabas (como te expresabas en el barrio) te miraban mal, pero a partir de Pablo Chile para adelante, hoy día se aprecia eso”. En paralelo a ello, Gabriel comenta que su mirada de Pablo es de pura admiración, lo analoga incluso a Jorge González, vocalista de los prisioneros, ambos por su capacidad divulgativa.
“Yo pienso en el Pablo hoy día como una especie de Jorge González, un ícono musical que atraviesa generaciones y que no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa sobre lo que ve y percibe. Desde ese lugar me gusta mucho, y también disfruto la música que hace, porque lo encuentro súper talentoso. Para mí, Pablo es uno de los más creativos dentro del género urbano: en sus melodías, en sus rimas y en la manera de cuadrar las cosas”.
"Pienso en el Pablo hoy día como una especie de Jorge González, un ícono musical que atraviesa generaciones y que no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa"
Así, luego de este primer encuentro ocurrido en abril, los artistas han estado 5 meses trabajando codo a codo, uniendo las periferias santiaguinas en este proyecto sensible. Pablo por su lado creció en PAC, escuchando La Nueva Ola, Camilo Sesto y Juan Gabriel, pero fue el rock y la figura de Lauryn Hill, rapera estadounidense, quien le provocó una fascinación por la música y los sonidos de las percusiones particularmente.
Por otro lado, Paillao creció en La Pincoya, desde muy pequeño solía memorizar en qué canales de televisión soltaban al aire la discografía de Los Fabulosos Cadillacs y de Gustavo Cerati, comenta que “Puente”, sin duda marcó un antes y un después: “siempre me sentí sensible a lo que pasaba con los sonidos. Yo creo que antes que la música en sí, como de poder apreciar lo que es como música, para mí eran los sonidos los que me cautivaron”.
Por esos días, se la pasaba yendo a la iglesia evangélica hasta 4 veces por semana a escuchar a la banda sonora y a escuchar los instrumentos atentamente, sin embargo, no fue hasta su paso por la Conchalí Big Band (un experimento educacional -sin precedentes- de Jazz conducido por el cronista clásico de la Universidad de Chile Gerhard Mornhinweg) que se empapó de la música por completo.
“Vengo de un barrio, de lo que significa nacer y criarse en la periferia, con todos los pormenores que eso implica. Tuve la suerte de encontrarme con las herramientas para estudiar música, y hoy lo agradezco mucho. Si no hubiera aparecido la música en mi vida (y también la iglesia evangélica en ese momento), probablemente, por las condiciones de donde yo venía, podría haber terminado preso o muerto, y nada de esto habría pasado. La música, para mí, es un salvavidas: me sacó de una realidad dura y me mostró: mira también podís´ hacer algo distinto”.
Pablito también tiene reflexiones similares, por lo mismo hace unos años comenzó con La Coordinadora Social Shishigang, una plataforma de solidaridad mutua donde el pueblo ayuda al pueblo. Pablo nos comenta que este proyecto surge más que nada por el cariño que las personas le tienen al proyecto, como una forma de retribución y también de poblacionización de la música, idea que también busca que se plasme en este concierto sinfónico organizado por Red Bull.
“Este sábado me van a ver en la tele cabros chicos que quizá todavía no saben para dónde va la micro y que a lo mejor van a decir: ‘yo quiero hacer eso, yo quiero tocar percusiones, o la guitarra, o el teclado’. Yo creo que va a ser algo bueno, porque en verdad a la gente de escasos recursos, a la clase media, no nos dan tantas facilidades para llegar a esas cosas. Entonces va a ser bonito que esto salga al aire, porque todo este conjunto sirve justamente para eso: para la poblacionalización”.
Según la noción de armonía aristotélica, la música es también un instrumento por su capacidad de moldear el carácter social, tiene un estatus único y un aura especial dentro de las artes por su poder catártico inmediato. Si bien cada cuerpo la siente distinto, la experiencia permite habitar un sentimiento que desborda nuestros márgenes, ya que la música está intrínsecamente ensamblada en nosotros. Así, este concierto en vivo será un lugar donde los cuerpos entrarán en una emocionalidad punzante y espontánea una vez que la lírica de Pablo Chill-E se entreteja con la banda sonora de Gabriel Paillao y los 26 músicos que la componen.
"Va a ser bonito que esto salga al aire, porque todo este conjunto sirve justamente para eso: para la poblacionalización de la música"
El director comenta que esta fue una orquesta hecha a la medida para Pablito: “Es como un sastre haciendo un traje a la medida: para mí se trata de poner una orquesta a la medida de Pablo Chill-e. El trabajo de orquesta requiere dirección, alguien que implemente lo que está imaginando, que comunique de la mejor forma posible lo que necesita, y que toda la gente dentro de la orquesta esté dispuesta a escuchar y aplicar eso. Es como si todo el equipo estuviera jugando para Messi: se le da el espacio porque él sabe lo que tiene que hacer. Lo mismo con Pablo: todos tenemos que trabajar para que esté tranquilo con su voz y con su interpretación, porque él carga con la mayor responsabilidad, que es pararse frente a un escenario con toda una orquesta detrás”.
Tras arduos periodos de trabajo Pablito comenta que siempre se siente nervioso antes de subirse al escenario, algo sucede en sus pulmones y comienza a faltarle el aire, pero una vez sale al espectáculo “me sobra aire, dejo los pulmones allí” afirma . Además, para este proyecto en particular, por la complejidad de cantar con una orquesta de fondo, se sumaban otras complicaciones: “al principio estaba medio nervioso, porque no sabía cómo iba a salir ni si mi voz iba a aguantar casi dos horas en el escenario. ¿Es largo igual, cachai? Además, el sábado 6 es en vivo y sale en todas las teles de Chile, y eso me tenía un poco inquieto. Pero ahora, después de estos dos ensayos, siento que voy a ir con todo a comerme el escenario”.
Finalmente, Paillao reflexiona sobre la emoción que le provoca dirigir, la manufactura humana como él mismo establece, está 100 por ciento presente en este tipo de confluencias musicales. Cada mano, voz e instrumento se unen como si se tratara de una simbiosis biológica: una performatividad conjunta donde cada cuerda o viento es una especie compañera de la otra, hay un diálogo, un código conjunto entre cada músico -dirigido por Gabriel- y el canto de Pablito.
“Me emociona mucho tener a disposición un equipo así de grande y poder inventar, imaginar y jugar con las cuerdas, los violines, pensar qué puede pasar en esta sección, qué podrían aportar los vientos acá. El trabajo ha sido largo: desde abril estoy trabajando con la sección rítmica, que es como la columna vertebral de todo esto. A eso le fuimos agregando cuerdas y vientos, y hace unas dos semanas empezamos a leer y montar esas partes. Para mí, este espacio es muy emocionante” comenta Paillao.
Así, este concierto será un espacio donde se levanten parentescos extraños, en el que un cuerpo musical sea quien nos aflore los afectos.