La mirada del fotógrafo Jesús Monterde (Benassal, España, 1969) abarca múltiples dimensiones de la realidad. Primero, la experiencia de habitar y ser parte involucrada de la vida rural en España, luego, los rituales y los símbolos que giran alrededor de ellos y, finalmente, los miedos y las emociones humanas que nos atraviesan.
Si nos vamos un poco más atrás, cuando Jesús era un niño, nos encontramos con su curiosidad por las fotos de familia que sus abuelos guardaban en un arcón, “siempre he sentido curiosidad por lo que las imágenes velan”, afirma, y con un adolescente que sostuvo su primera cámara.
Un salto en el tiempo nos lleva a la época en la que trabajaba en una fábrica de la marca Marie Claire y se enamoró de la montaña: “Me paso horas andando solo por la montaña, me encanta caminar en plena noche, en medio de una tormenta de nieve, en pleno vendaval, esos instantes me liberan de mis ataduras y me traen al presente. La necesidad de mostrar los paisajes que veía haciendo senderismo despertó de nuevo la curiosidad que sentía en mi niñez, aletargada durante años. De la mano de Julián Barón descubrí la fotografía de autor. Cuando empecé sus cursos me consideraba un buen fotógrafo, pero, al poco de empezar, me di cuenta de que era un ignorante, y sigo siéndolo. Este mundo es inabarcable”. Hoy en día, Jesús ha publicado ya tres libros y ha hecho varias exposiciones individuales y colectivas, una de ellas en Santiago de Chile en 2019.
“Me paso horas andando solo por la montaña, me encanta caminar en plena noche, en medio de una tormenta de nieve, en pleno vendaval, esos instantes me liberan de mis ataduras y me traen al presente”
El cruce de elementos –su vida rural, su conexión con la naturaleza, las emociones humanas– se conjura en su proyecto Nemini Parco. El título, una expresión que se traduce del latín como “a nadie perdono”, tiene su origen en la literatura medieval representando la inevitabilidad de la muerte, y esa es la idea principal que Jesús quiso explorar. El proyecto surgió en 2010, a raíz de una serie inicial sobre el abandono rural, y ahonda también en temas universales como la enfermedad y la soledad, obsesiones personales que han marcado el proceso creativo de Jesús. A través de su conexión con lo rural, el fotógrafo ha forjado un estilo fotográfico que busca la belleza en el dolor, entrelazando lo íntimo y lo simbólico.
“En un principio quería documentar un estilo de vida que estaba a punto de desaparecer, el proyecto fue evolucionando en paralelo a mi formación como autor. Estuve años sin saber lo que realmente hacía hasta que, en 2016, gracias a la lectura persistente de diferentes autores, las visitas al Museo del Prado y algún taller, empecé a entender mi propia obra. Me di cuenta de que estaba fotografiando mis pasiones, que en el fondo estaba buscando mis orígenes, mi alma. Recuerdo que Cristóbal Hara, en un taller, comentó que los pintores con un simple toque de luz en una parte de su cuadro hacían que la pintura funcionase. Este comentario, en apariencia tan simple, fue para mí un punto de inflexión en la construcción de mis imágenes”.
“Me di cuenta de que estaba fotografiando mis pasiones, que en el fondo estaba buscando mis orígenes, mi alma”
Dejar que todo aquello que lo rodea en su pueblo natal de Castellón, lejos de las grandes ciudades, penetre en él y le hable, es central en su proceso creativo y refleja su vínculo profundo con el entorno rural que lo vio crecer. La naturaleza, en su estado más puro y salvaje, aquella que su madre le enseñó a amar, no solo moldea su mirada fotográfica y construye su estilo personal, sino también su percepción de los temas que aborda en Nemini Parco y en otros de sus proyectos.
“Nemini Parco es una búsqueda de mi identidad, de la esencia de mi ser. Los recuerdos de mi infancia son mi guía. Busco imágenes que me evoquen aquellos años de mi vida, ahora perdidos en mi subconsciente, pero que son los cimientos de mi ser y de la sociedad en la que vivo”.
“Nemini Parco es una búsqueda de mi identidad, de la esencia de mi ser. Los recuerdos de mi infancia son mi guía”
Así, asomándose a los abismos de su propia alma e inconsciente, es como Jesús enfrenta la construcción de una moral impuesta desde afuera, en la que el miedo, el deseo y la ira nos moldean. Su trabajo busca, como Dostoyevski (uno de los autores que le han influido junto a Tolstói y Nietzsche en lo filosófico, y Goya, el Greco y Caravaggio en lo formal y pictórico), hallar luz dentro de la oscuridad y belleza en el dolor.
“Me interesan la filosofía, la psicología y la mitología. Toda mi obra es un intento de entender cómo es y cómo piensa nuestra especie. De cómo la moral, que nosotros mismos creamos, estructura el mundo en que vivimos. Nuestras pasiones: el miedo, el deseo, la ira, nos esculpen y dominan, por eso necesitamos una moral que construya un mundo donde vivir y una identidad. Pero toda moral tiene sus grietas. Dostoyevski fue un pionero explorando el alma humana; en sus personajes se puede apreciar cómo nuestras pasiones nos atenazan. A mí también me gusta explorar los abismos del alma e intentar encontrar luz en la oscuridad. Dentro del dolor hay mucha belleza”.
“Me gusta explorar los abismos del alma e intentar encontrar luz en la oscuridad. Dentro del dolor hay mucha belleza”
Una de esas “exploraciones” en las que intentó encontrar la luz en la oscuridad se basa en una vivencia personal, en estar cuidando durante 9 años a su madre enferma de Alzheimer. “Todo el mundo me decía: ¡qué mala suerte has tenido! Yo mismo me lo decía. Durante aquellos años intenté cambiar esa narrativa tan pesimista diciéndome: ¡qué suerte tengo de poder cuidar a mi madre! Por momentos lo conseguí. Fue una etapa dura pero de una gran belleza. El día de su muerte me sentí culpable. Pero en el proceso de duelo estoy consiguiendo transformar este sentimiento. Ahora recuerdo esos años como algunos de los mejores de mi vida. Fue una etapa de continuo aprendizaje en la que me di cuenta de lo que realmente vale la pena vivir. Tuve la suerte de poder mirar cara a cara a mi mayor miedo, perder a mi madre, y ver que la vida sigue”.
Ese gesto de arrojar luz en la oscuridad es algo metafórico pero también algo literal. Jesús usa el flash de su cámara para iluminar la oscuridad, como quien camina de noche por un paisaje o una calle oscura y enciende una linterna para ver más allá de sus pasos, para entender y comprender las formas que se le dibujan en frente. “Quiero mostrar con toda su crudeza todo aquello que no queremos ver. Vivimos en una sociedad que nos sobreprotege, nos pone una venda en los ojos. Cuando los momentos duros aparecen, nos bloqueamos. Todo este proceso creativo me ha dado herramientas para intentar gestionar esos momentos, pero no es nada fácil. Hay que cruzar y aceptar el dolor; este forma parte de la vida”.
“Quiero mostrar con toda su crudeza todo aquello que no queremos ver. Vivimos en una sociedad que nos sobreprotege, nos pone una venda en los ojos”
Datos del 2020 indican que el 84% de la superficie del territorio español está formada por áreas rurales, pero solo son ocupadas por 7,5 millones de personas (aproximadamente el 15% de la población del país). Aunque las fronteras entre los ámbitos urbanos y rurales se han ido difuminando, siguen habiendo grandes diferencias entre ambos entornos. Jesús encuentra en la ruralidad y sus tradiciones, en esta diferencia, una fuente inagotable de inspiración mediante la propia identificación. Todo ello moldea también su visión artística.
“He vivido estas tradiciones desde niño y siento que forman parte de mí. Son la base de mi personalidad. Todas las sociedades y culturas tienen sus ritos y costumbres para relacionarse con la vida. Precisamente estas tradiciones son el centro de mi obra y todo surge de ellas”.
Jesús Monterde tiene dos publicaciones adicionales: Ullal, una extensión de Nemini Parco que homenajea un estilo de vida en extinción, y Maquis, que nos sitúa en uno de los momentos más duros de la historia de España, la posguerra (1939) la cual marcó mucho la idiosincrasia del país. Además, trabaja en dos proyectos inéditos en paralelo, uno sobre la enfermedad de su madre, y el otro sobre la represión y la posguerra junto al Museo Etnológico de Valencia, con el que está fotografiando exhumaciones de represaliados, objetos que aparecen en las fosas, recuerdos familiares, entre ellos cartas de despedida, “un proyecto muy emotivo, lleno de historias”.
Puedes seguir el trabajo de Jesús en su cuenta de Instagram @jesusmonterde