El río Loa cruza gran parte del territorio conocido como desierto de Atacama y, en una de sus orillas, se ubica el pueblo más árido del mundo: Quillagua. Desde la época precolombina, distintos pueblos originarios que habitaban el territorio, eligieron este oasis en el desierto como lugar de encuentro, siembra de alfalfa y crianza de animales. Esta histórica abundancia y prosperidad se truncó de forma trágica en el año 1997 cuando un tranque que contenía desechos químicos de la industria minera, sucumbió y contaminó las aguas del río Loa, principal fuente de vida para los habitantes de Quillagua.
Este desastre ecológico y sus consecuencias sociales en el pueblo son la trama central del libro “Cuando Quillagua era Quillagua”, la segunda entrega de una extensa trilogía (la segunda fue “A la sombra de los Algarrobos”) creada por el fotógrafo Gaspar Abrilot (Santiago, 1982) junto al antropólogo Jorge Rowland.
Para el proceso creativo del proyecto, Abrilot realizó varios viajes al territorio donde conoció la realidad de la comunidad de Quillagua y su colapso. Luego en una segunda etapa, su proceso continuó en la Biblioteca Nacional, donde investigó sobre el desastre del año 1997, cuando las aguas del río Loa fueron contaminadas con químicos tóxicos como el Xantato, lo cual provocó la muerte biológica del río e impactó negativamente la realidad social y económica del pueblo.
“El xantato es un químico usado en el proceso de lixiviación del cobre. Todos esos químicos y sedimentos estuvieron acumulándose durante 70 años en el tranque Sloman hasta que la crecida por lluvias del invierno altiplánico impactó en los 40 metros de altura del muro del tranque e hizo que todo rebalsara y llegara a Quillagua. El desastre de Quillagua fue total y es una de las contaminaciones más graves de la historia de Chile”.
“El desastre de Quillagua fue total y es una de las contaminaciones más graves de la historia de Chile”
La narrativa del libro se desarrolla a través de diferentes recursos que nos van sumergiendo en la historia: fotografías que nos revelan el contraste entre pasado y presente, textos con los testimonios de sus habitantes que nos ayudan a profundizar sobre el sufrimiento actual, y documentos o recortes de prensa que nos informan acerca de la magnitud de la contaminación.
“Las fotografías de este proyecto rinden un tributo a una hermosa comunidad con una historia profunda y herida. Por eso el libro va alternando relatos con retratos, paisajes del pueblo y fotografías de álbum familiar que permiten hacer saltos al pasado. Los documentos de prensa e informes cuentan la causa del sufrimiento medioambiental. ‘Cuando Quillagua era Quillagua’ es un libro íntimo y poético, con más corazón, pero muy triste y doloroso de leer”.
“‘Cuando Quillagua era Quillagua’ es un libro íntimo y poético, con más corazón, pero muy triste y doloroso de leer”
Varios habitantes de Quillagua participaron activamente en la creación del proyecto, ya sea entregando sus testimonios o posando para ser retratados. Debido a la extensa duración del proyecto, el autor creó un vínculo especial con la comunidad, el cual se extiende más allá de las páginas del libro.
“En Quillagua viven aproximadamente unas 70 u 80 personas. A la gran mayoría los conozco y con varios he cultivado una bonita amistad. Incluso algunos han venido a Santiago y se han alojado en mi casa. Son mi familia y les tengo demasiado cariño. Realicé muchos retratos porque sentía la necesidad de ponerle un rostro al pueblo. Las personas a quienes retraté decidieron donde posar, algunos querían que saliera la casa de sus ancestros y otros deseaban una foto en el río. Victor Palape, presidente de la comunidad aymara de Quillagua, quiso ser retratado en las antiguas plantaciones de alfalfa. La decisión del retratado posando en un lugar particular de este pueblo, contribuye a asentar la construcción del relato visual que se quiere contar”.
“En Quillagua viven aproximadamente unas 70 u 80 personas. A la gran mayoría los conozco y con varios he cultivado una bonita amistad. Son mi familia y les tengo demasiado cariño”
Actualmente Gaspar Abrilot se encuentra completando la tercera y última entrega de este proyecto a largo plazo, que se llamará “Sloman (o: la Poética del Sacrificio)”, que indagará en el flujo de capital producto de la industria salitrera del siglo pasado en la cuenca del Loa.