La undécima parada del Campeonato Mundial de Rally (WRC) fue la Región del Bío Bío entre el pasado 28 de septiembre y el 1 de octubre. En estos pocos días se desarrollaron varias etapas en los bosques y secciones más abiertas con vistas al océano Pacífico de la región, y se reunieron pilotos como el actual campeón del mundo, el finlandés Kalle Rovanperä, la leyenda de este deporte Sébastien Ogier y el que fue finalmente ganador del rally, Ott Tanak, entre otros.
El evento dio la oportunidad a los fans del motor de ver –después de 4 años sin que el campeonato parara en nuestro país– los autos rugir a gran velocidad en estos reconocibles paisajes, pero también fue una ocasión excelente para que varios medios y profesionales de la fotografía inmortalizaran el momento.
Uno de ellos, Cristóbal Marambio (Concepción, 1981) documentó, para JOIA, lo que sucedió antes, durante y después de la carrera, con una mirada propia que encuentra la esencia en el fuera de cámara, en los efectos de la velocidad y en los puntos de vista más ocultos. Sus dos premisas “autoimpuestas”: que fuera una representación personal y trabajar solamente con dos cámaras de película, una medio formato y una automática de bolsillo.
“Una cosa que fui a rescatar dentro de esa representación es el efecto de la nube de polvo en suspensión que queda como rastro cuando pasan los autos. También me di más tiempo, como si estuviera de paseo y fuera un espectador más del evento, pero con el beneficio de poder estar tras bambalinas. Quería lograr un equilibrio entre mi mirada personal, los pilotos y los autos de carreras, y creo que el resultado final refleja esa búsqueda”.
“Quería lograr un equilibrio entre mi mirada personal, los pilotos y los autos de carreras”
Fueron esas premisas alejadas de la metodología de otros eventos deportivos relacionados con el motor, las que le permitieron a Cristóbal trabajar con tranquilidad y tomar distancia para obtener un registro alternativo, una perspectiva más documental en los “entretiempos”, esos períodos en los que “pasan cosas que se pueden fotografiar”. Aunque también incluyó imágenes de los autos pasando veloces frente a su objetivo o saltando por encima del desnivel, pudo además detenerse y mirar a su alrededor para apreciar el entorno y el resto de variables, personas y sucesos que ocurren y concurren en estos eventos.
“Había tenido experiencias similares, pero con un enfoque un poco mas estándar y eso hacía que el resultado fuera más aburrido para mi […]. Ir con otra intención me permitió vivir una experiencia en terreno más estimulante y realizar un trabajo más creativo. Cambiar el formato hizo que las fotografías tuvieran un resultado estético diferenciador, además de poder trabajar más cómodamente. El ambiente era muy bueno y, como el evento se extendía en un territorio tan grande, no hubo competencia por los espacios. Aún así, el evento fue físicamente demandante porque implicó muchos traslados y esperas”.
“No hay manuales para cubrir los deportes y, a veces, es entretenido verlo de una manera más personal”
El objetivo inicial de Cristóbal se cumple: en sus fotografías del rally se aprecia su identidad, una que ya habíamos visto en sus trabajos anteriores y que impregna de mayor sensibilidad algo tan feroz como puede ser el motor de un auto a más de 100 kilómetros por hora por caminos de tierra. “Me interesaría que las personas que vean las imágenes se dieran cuenta de que no hay manuales para cubrir los deportes y, a veces, es entretenido verlo de una manera más personal”.
Puedes seguir el trabajo de Cristóbal en @cristobal_marambio.