El nombre del primer proyecto del fotógrafo catalán Arnau Bach (Barcelona, 1981), Suburbia, podría ser una mezcla deliberada de los términos suburbio y utopía, donde el término utopía, derivado del griego, significa -textualmente- “no-lugar”. Como relata la letra de una canción de Pet Shop Boys, “Suburbia / where the suburbs met utopia”, la suburbia es donde los suburbios se encuentran con la utopía, es decir espacios fuera de la urbe que, literalmente, no existen, que son utópicos. En la mente de muchos, lo son; para muchos otros son su casa, sus raíces.
Arnau se ha encargado, durante años, de convertir esta utopía en una realidad y, con la evolución de su trabajo y su mirada, de alejar los suburbios de París, conocidos como la banlieue, de los clichés de violencia, drogas y armas, para enfocarse en quienes viven en estas “afueras”, que son ya sus amigos.
“Cuando era pequeño íbamos de vacaciones a Francia y tenía esa idea de que era un país más avanzado socialmente que España, donde veníamos de una dictadura. Unos años más tarde, vi la película de Mathieu Kassovitz, ‘La haine’ (El Odio, 1995), que trata sobre la vida de tres jóvenes que viven en los suburbios de París, y me impactó mucho ver esa otra realidad de los suburbios, cayó esa idealización que tenía de Francia, me hizo abrir mucho los ojos”.
En 2005 Ziad Benna, tunecino de 17 años, y Bouna Traoré, malí de 15, murieron en Clichy-sous-Bois, un suburbio al norte de París, al electrocutarse cuando se escondían de la policía de la que huyeron instintivamente mientras volvían a casa después de jugar a fútbol.
Este hecho generó disturbios en la capital francesa que llevaron al presidente Nicolas Sarkozy a declarar el estado de emergencia, algo que no pasaba desde 1962. Arnau, quien ya empezaba a meterse en la fotografía de forma autodidacta, lo vio todo en la tele y lo relacionó con la película que tanto le había impactado. Tomó la decisión de irse a Francia en 2006 para vivir una “experiencia personal”.
"Me di cuenta de que necesitaba conocer a la gente, no tomar fotos como si eso fuera un safari"
“Me fui sin hablar francés ni saber nada de la realidad de ahí. Después de una semana no había podido hacer ni una foto, no porque fuera un lugar peligroso, sino porque me di cuenta de que necesitaba conocer a la gente, no tomar fotos como si eso fuera un safari. Me fui a la Casa de la Juventud de Saint Denis, casualmente la directora hablaba español, le conté mi historia, me presentó al novio de su hermana que era bastante carismático, él me presentó a más gente, y, así, mi red se fue ampliando”.
A partir de ese momento, empezó a formar lazos de amistad que sigue manteniendo a día de hoy; desde entonces, ha viajado a París casi todos los años a seguir trabajando en sus proyectos fotográficos, pero también a visitar a sus amigos. Paradójicamente, la situación más peligrosa que ha vivido en todo este tiempo fue un encuentro con unos policías encubiertos. Las imágenes de este primer proyecto le sirvieron para ganar una beca y cursar un posgrado de fotoperiodismo y, después de insistir y enviar diariamente las imágenes que tomaba de Barcelona a un periódico nacional (El Periódico), le contrataron, oficialmente, como fotógrafo. Los premios y reconocimientos internacionales empezaron a llegar, así como los encargos para otros medios de comunicación.
Actualmente, el trabajo de Arnau ha evolucionado hacia un lenguaje menos fotoperiodístico, más documental y menos literal. “Ahora hago fotos con mayor libertad, sin encajar en el paradigma de fotoreportero, saco imágenes muy icónicas que funcionan por sí solas y que giran alrededor de un concepto mucho más metafórico. Decidí alejarme de las imágenes que fomentan los estereotipos, quería fotografiar una atmósfera, que la reflexión se generara a través de un relato”. Y de este nuevo enfoque surgen series como Capital, Agglo o, la más reciente Ban-lieue.
“Ban-lieue me sirvió para ‘hacer las paces’ con Suburbia. Es un proyecto muy contundente e intimista que pretende reflexionar un poco más sobre las causas y consecuencias de esta segregación en los suburbios, extrapolable a muchas ciudades europeas. Trato de no identificar el país, es un lugar anónimo, podría ser cualquier periferia de cualquier ciudad de occidente”.
"Ban-lieue es un proyecto muy contundente e intimista que pretende reflexionar un poco más sobre las causas y consecuencias de esta segregación en los suburbios"
Para completar el sentido de este proyecto, Arnau se fue a la etimología de la palabra, donde “ban” es una autoridad de la época medieval que él reinterpreta como “destierro”, y “lieue” es una antigua medida que determina la distancia que recorre una persona en una hora. Estos conceptos le sirvieron al fotógrafo para caminar de puerta a puerta de entrada a los distintos suburbios que rodean París como si ésta fuera una ciudad amurallada a la que no todos tienen acceso, y mostrarla desde tres puntos de vista.
“Triangulé varios lugares e ideas: por un lado, los refugiados que están ‘a las puertas’ de la ciudad; los hijos y nietos de inmigrantes, es decir, las nuevas generaciones que son franceses pero viven desterrados; y el distrito financiero donde se hacen las operaciones económicas que les impactan. Me obsesioné con fotografiar brillos en las ventanas, como una busqueda del dorado, de aquello que brilla en el destierro, sobre todo en el caso de los migrantes”.
Por el acceso que tiene Arnau a la periferia de París, recibe encargos de medios de comunicación que le piden imágenes “desde el interior”, lo cual, tristemente, suele coincidir con sucesos relacionados con el extremismo islamista u otros eventos que no hacen más que profundizar en la estigmatización de los suburbios.
“Pocos medios hacen un análisis profundo sobre las causas, las consecuencias y los motivos de que se excluya a una parte de la población a nivel social e identitario. Esto ha provocado que yo rompa con la industria del fotoperiodismo. He construido un puente muy humano con la gente que vive ahí, y eso es peligroso porque estoy exponiendo a mis amigos a un medio que no sabes muy bien que van a escribir, pones tu credibilidad en juego pero también a tus propios amigos. Si haces una foto de un arma, criminalizas a todas las personas que aparecen en tus fotos”.
Ahora Arnau está esperando que “todo se calme un poco” para poder volver a París a visitar a sus amigos y a seguir trabajando alrededor del concepto de lo periférico.