Hugo Ángel_JOIA_ENTREVISTA

Fotolibro DOMUS: El deseo iluminado en la penumbra

Hugo Ángel (Santiago, 1971) entra a la escena BDSM de Santiago como un fotógrafo de mirada inquieta, que busca entre las sombras, ahí en lo oscuro, el límite entre placer y dolor extremo. Pero también es un documentalista obsesionado con capturar lo que ocurre en estos espacios donde el deseo se desborda y el cuerpo es llevado al límite. Muchas de sus imágenes se concentran en las Fiestas AAUCH, pero su mirada se expande a distintos rincones de una comunidad que lo recibe, que le permite registrar su mundo sin restricciones forzadas. Es un fotógrafo visible e invisible a la vez, desplazándose sigiloso entre cuerpos amarrados, entre yugos de cuero y sogas que se tensan sobre pieles húmedas de sudor. No pertenece del todo, pero está ahí, registrando. Observa sin intervenir, cruzando el umbral de lo privado para convertirlo en imagen, revelando lo que sucede en habitaciones donde placer y dolor se confunden. Fotografiar el sexo no es fácil. Fotografiar el deseo es aún más difícil.

Desde hace años, Hugo ha recorrido diversas escenas de disidencia sexual en Santiago, con una cámara como testigo silencioso y a la vez inquisitivo. DOMUS, su reciente fotolibro, es el resultado de este recorrido, una publicación que aborda la escena BDSM desde lo local, lo visceral y lo ritual. El libro abre con una cita de Paul Preciado que funciona como declaración de intenciones: “Un cuerpo no está hecho de carne y huesos, sino de flores y frutos, de mapas y de leyes de la colonia, de cifras contadas con dientes y letras que entraron con sangre”.

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“Me acerqué a este mundo a través de una amiga que participaba en la escena y conocía mi trabajo documental”

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Me acerqué a este mundo a través de una amiga que participaba en la escena y conocía mi trabajo documental. Ella me conectó con los organizadores, les mostré mi trabajo y me invitaron a registrar los encuentros, siempre con la condición de respetar los acuerdos de privacidad. Así comencé a trabajar desde adentro, compartiendo con la comunidad”, cuenta.

Las imágenes de DOMUS son tan crudas como poéticas. Un cuerpo semi desnudo flota en la oscuridad. La espalda y el culo de alguien están cubiertos de cera de vela, formando una costra sobre la curva de la cintura y las caderas. Un hombre envuelto en plástico transparente tiene una única abertura en la boca para poder respirar. Un dildo, un cinturón de castidad y una jaula metálica completan la escena. Unas tetas cubiertas de cera muestran sus pezones pellizcados por pinzas de ropa. Una mano tatuada vuelve sumisa la cabeza de una persona que no ofrece resistencia. Cueros, amarres, chokers, puntas filosas, collares, cadenas, máscaras de látex que solo dejan ver los ojos y la boca hinchada, un collar con puntas que rozan la piel. Un pie sobre una cara llena de cicatrices. Hay dolor, hay placer, hay dominación, hay sumisión, hay fuego, hay sangre, hay velas, hay amarres, hay sexo, deseo, hay cuerpos que se funden en uno solo.

“Hay una codificación de lenguaje que uno tiene que descubrir. Es una sexualidad súper protocolizada, con acuerdos claros y límites definidos”

Al sumergirse en la intimidad de estos espacios, Hugo descubrió que lejos de un espectáculo caótico, el BDSM es una práctica altamente ritualizada. Hay una codificación de lenguaje que uno tiene que descubrir. Es una sexualidad super protocolizada, con acuerdos claros y límites definidos entre quienes interactúan, ya sea en relaciones de amos y esclavos o en dinámicas de dominación y sumisión. También la imagen está regulada. Yo tenía autorización para fotografiar, pero siempre sondeaba si las personas querían o no ser retratadas”, explica. El consentimiento es el centro de la escena.

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“Los límites no los ponía yo, porque con la cámara uno es medio osado, como que pierde esa barrera”

Este respeto por los códigos internos de la comunidad se traduce en un acercamiento sensible, donde la cámara no invade, sino que acompaña. Los límites no los ponía yo, porque con la cámara uno es medio osado, como que pierde esa barrera. No tuve un choque ético o moral, pero sí me los ponían los fotografiados. Alguien me decía ‘no, esto no’, y ahí paraba”. Sin embargo, no todo fue indiferente para el fotógrafo.Ves sangre, cuerdas, sumisión, tortura. Algo te pasa, pero lo vas viendo dentro del contexto. Lo fotografías y tomas distancia, tanto física como emocional, y eso te permite seguir”, agrega.

Una de las escenas que más lo impactó fue la de un chico que se colgaba con ganchos en la piel.Daba nervio verlo, como algunas performances con agujas o extracción de sangre, pero muchas veces es teatralización. Hablaba con una chica que decía que a nivel neuronal hay un punto donde el dolor se convierte en placer, es algo biológico”, relata. En ese universo, el cuerpo se convierte en superficie de exploración, en campo de tensión entre la línea del dolor y el goce.

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“DOMUS se construyó como una casa a la que se entra de a poco, un túnel, un pasadizo que no revela su propósito de inmediato”

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DOMUS no es un catálogo de prácticas ni una ilustración del BDSM. Es un espacio narrativo que, como su nombre lo sugiere, funciona como una casa simbólica a la que se entra lentamente, sin saber qué se va a encontrar. Desde el inicio, DOMUS se construyó como una casa a la que se entra de a poco, un túnel, un pasadizo que no revela su propósito de inmediato. La selección de imágenes fue el primer gran desafío, porque había un universo fotográfico enorme y cada foto sugería un camino posible. Algunas se salían del esquema narrativo, otras abrían nuevas rutas. Siempre hubo que tomar decisiones”, cuenta.

El libro, que trabajó junto al diseñador Erwin Velasco, se estructura en torno a tres pilares: el lenguaje, el rito y la corporalidad. “Aparecen símbolos que refuerzan esta construcción: la llave que abre, el candado que cierra, la jaula que contiene. Después vinieron las radiografías, los cuerpos leídos desde adentro, la biopolítica del deseo”, explica Hugo. La narrativa visual transita entre tonos crema y estallidos de rojo, entre la penumbra ritual y la exposición del placer.

El fotolibro, como objeto, permite que estas imágenes circulen en un espacio que no está sujeto a la censura de las redes sociales. DOMUS se inscribe en una visualidad que no es europea ni asiática. Tiene otra estética, más cruda, más inmediata, más documental. No es un libro de moda ni de imágenes ultra producidas. Mi interés estaba en lo que pasaba en esos espacios, en las relaciones que se generaban ahí, en cómo los cuerpos expresaban sus dinámicas, sin construir una imagen idealizada del BDSM”, afirma.

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Hacer públicas estas imágenes, en ese contexto, es también una acción política. Creo que DOMUS amplía el registro de lo que ya se conoce, mostrando otras corporalidades, otros espacios, otras formas de vivirlo que no pasan necesariamente por el fetiche estilizado. Hacer públicas estas imágenes es politizar el deseo, tensionar normas y ocupar un espacio que las redes censuran de inmediato”, sostiene.

La presentación del libro, realizada en Casa Palacio, fue también una extensión performática del proyecto. No quisimos hacer solo una típica presentación con gente hablando del libro, sino que intentamos llevar algo del espíritu del proyecto al espacio. Hubo una performance de Mistress Miranda y Sodomass, que llevan años haciendo performances de dominación y sumisión, y también un chico que hizo mapping sobre los cuerpos en vivo, distorsionando la imagen con luces y sonidos. La idea era que la presentación no fuera solo académica o teórica, sino que tuviera una carga performática, que fuera más experiencial”, recuerda.

DOMUS es un libro que tensiona los límites entre intimidad y exhibición, que transforma el deseo en narrativa visual y propone un nuevo lugar para el erotismo dentro del fotolibro chileno.Ahora queremos seguir presentándolo en otros espacios, quizás en Valparaíso, en la Flach, en festivales de fotolibro. También queremos mover el libro fuera de Chile, mandarlo a concursos y ferias donde pueda circular en otros circuitos”, cierra Hugo Ángel, mientras ya trabaja en un nuevo proyecto sobre corporalidades y contracultura.

Conoce más de su trabajo en @hangel71

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