Violeta Capasso, el retrato de una adolescencia herida
La etapa de la adolescencia es compleja: el cuerpo se transforma, el cerebro libera hormonas que parecen guiar las acciones y situaciones de nuestro día a día, la necesidad de independencia se intensifica, la relación con los otros se expande y comienzan a aflorar los planteamientos existenciales. La fotógrafa argentina Violeta Capasso (Buenos Aires, 1994) publicó este año su primer fotolibro “Qué queda después”, una propuesta que reúne fotografías tomadas entre los años 2009-2019, y que documentan su experiencia como adolescente, siendo mujer y víctima de un abuso sexual.
Cuando Violeta era una quinceañera comenzaba el boom de las redes sociales y era común tener una cámara, fotografiar la cotidianidad y las amistades para después subirlas a plataformas como Fotolog. “Comencé a fotografiar mi vida porque quería tener material para subir a mis redes, por eso me compré una cámara analoga Kodak desechable. Mi mirada se vio influenciada por la cultura punk, la movida under de la ciudad y los videos de skate, tuve la suerte de conocer la película como medio expresivo y así haber encontrado esa estética”.


“Viví experiencias super oscuras que de una manera inconsciente distorsionaron todo mi universo adolescente”
Con el paso de los años, el archivo fotográfico de Violeta fue creciendo de forma caótica hasta que, en el contexto de un taller, comenzó a revisar el material y descubrió que había en él algo de autobiográfico, esto fue la primera semilla del proyecto. “Ciertas emociones en mi vida, cuando era adolescente, eran muy circulares; estaba muy arriba y, de repente, en el fondo del pozo, así que, para no perderme en el archivo y establecer una especie de mapa, decidí guiarme por las emociones de mayor placer o de oscuridad extrema”.
De esta forma, el proyecto va narrando como Violeta atravesó su adolescencia en una época previa a la masificación de los movimientos feministas. Esto lleva a la autora a una reflexión: “Hoy el feminismo agrupa a muchas feminidades y disidencias, se discuten públicamente asuntos como la identidad de genero, el aborto, el consentimiento, y tantos otros temas. En aquella época no tuve acceso a ese conocimiento y acompañamiento básico y viví experiencias super oscuras que de una manera inconsciente distorsionaron todo mi universo adolescente”.



“Durante años normalicé un abuso sexual que sufrí, lo clasifiqué como una experiencia sexual extraña”



Una de las vivencias más traumáticas de la vida de Violeta y como ella la experimentó e integró a su existencia en ese momento, está completamente impactada por la visión del papel de la mujer y el consentimiento que se tenía en aquellos años. “Durante años normalicé un abuso sexual que sufrí, lo clasifiqué como una experiencia sexual extraña, dije que no y esa persona no lo respetó, y yo no entendí que tenía derecho sobre mi cuerpo. Esta experiencia y la forma como cambió mi dulce realidad de la adolescencia a una más oscura y turbulenta, se refleja en el fotolibro”.
“Qué queda después” incluye pequeños textos que acompañan las fotografías y tienen una función narrativa, los cuales Violeta fue desarrollando a raíz de un taller que realizó con la fotógrafa, profesora y curadora Gisela Volá. “Escribí un texto que resumía mis ideas y Gisela me guió para ir rescatando citas que fuesen como una ‘guarnición en la comida’, que complementaran la interpretación del proyecto y aportaran ciertas sensaciones y emociones a las fotografías, manteniendo la revelación del sentido máximo del proyecto en las imágenes”.
Actualmente Violeta está investigando acerca de la historia de su abuela, dada en adopción sin llegar nunca a conocer la identidad de sus padres ni su lugar de nacimiento.

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