En un panorama en el que abundan las referencias al reggaetón dosmilero por parte de artistas tanto internacionales como locales, y en el que el público ansía escuchar esas influencias, muchas personas se han dedicado a la “arqueología” y archivo de aquellas bases y sintetizadores que –los más mayores– descargábamos de Ares (junto a varios virus) a inicios del milenio.
Uno de esos artistas es SINAKA (Quilpué, 2002) –o Matías Muñoz–, quien, en enero de 2024, lanzó su segundo disco “Kema”, una declaración de amor al reggaetón de hace más de 20 años. Las canciones de Ricardo Arjona y La Oreja de Van Gogh que sonaban en la radio de casa de sus abuelos –con quienes vivió hasta su reciente mudanza a Santiago–, cuando era pequeño, protagonizan sus primeras memorias musicales. Sin embargo, su acercamiento a los ritmos urbanos surgió gracias a las recomendaciones de su tío, quien le mostró a Makiza, Tiro de Gracia o Panteras Negras.
“Allá, en la Quinta Región, todo es muy rapero; vas a una plaza y te pillas a los cabros vestidos de ancho en Villa Alemana o Quilpué. Por eso, lo mío siempre fue rapear, no escuchaba tanta música, sino que rapeaba no más en las plazas. Desde chico me interesó el rap, el grafiti y andar en skate. Ya de más grande empecé a grabar”.
“Lo mío siempre fue rapear, no escuchaba tanta música, sino que rapeaba no más en las plazas”
“Allá, en la Quinta Región, todo es muy rapero; vas a una plaza y te pillas a los cabros vestidos de ancho en Villa Alemana o Quilpué. Por eso, lo mío siempre fue rapear, no escuchaba tanta música, sino que rapeaba no más en las plazas. Desde chico me interesó el rap, el grafiti y andar en skate. Ya de más grande empecé a grabar”.
Esas plazas fueron los primeros escenarios de SINAKA: participó incansablemente en batallas de rap de los 14 a los 17 años. Viajaba todos los fines de semana a Valparaíso, dejando de lado fiestas y compromisos escolares, y también era un espectador y protagonista habitual de los campeonatos del Parque Bustamante en Santiago, donde no recibió grandes reconocimientos, pero sí logró pulir su léxico y flow.
Sus primeras grabaciones fueron registradas en los home studio itinerantes que armaba con los micrófonos, interfaces y computadores de sus compañeros FaceBrooklyn, Ivo Wan Kenobi y Aqua Vs. “Todo era muy casero, no era como trabajar con un productor, pero gracias a eso aprendimos a producirnos a nosotros mismos”.
Dentro del portafolio musical de SINAKA se encuentran canciones como “Cuanto vale” o “Nohayley”, ambas de 2020, el año en el que decidió perseguir sus ambiciones artísticas de manera seria y planificada. Las rimas críticas de su entorno y de su generación que se escuchan en las letras, se transformarían rápidamente en un trap más irreverente que le dio a conocer en plena pandemia a través de las redes sociales e internet. Un par de años después, se decantó por el reggaetón, que podemos escuchar en sus dos últimos discos, “MOJA” y “Kema”.
“Como de chico era muy rapero, le hacía la ele al reggaetón, pero igual lo escuchaba a escondidas. Con el tiempo, me aburrió el rap porque es una música que te está ordenando a cada rato y aunque obviamente lo respeto, me enamoré del reggaetón porque siento que puedo plasmar toda mi personalidad en el género. No podía ser un hueón que anduviera con cara de enojado, yo soy chacota y con el reggaetón puedo tirar la talla y plasmar la energía que hace que la gente se olvide un poco de su realidad”.
“Me enamoré del reggaetón porque siento que puedo plasmar toda mi personalidad en el género”
Antes de empezar a grabar temas del género, SINAKA se adentró de lleno en el estudio del reggaetón. Investigó acerca de sus figuras fundadoras, y así es como conoció el trabajo de Ñengo Flow, que lo llevó a Gotay, Héctor El Father, Daddy Yankee, Dj Playero y Jowell & Randy.
Tomando nota e incorporando toda la inspiración entregada por los perreos y dembows de estos pioneros es que nació “Kema”, el segundo disco de SINAKA que cuenta con diez canciones y fue publicado deliberadamente el verano de 2024. En este LP, SINAKA privilegia una voz limpia sin auto tune, añade baterías fuertes, y construye atmósferas playeras y melodías hechas a partir de samples y loops minimalistas.
Ve los videos de dos de los tracks del disco, «Tírame el Dembow» y «Malcuidao»:
“Sé que algo funciona cuando estoy grabando porque me imagino carreteando”
“Sé que algo funciona cuando estoy grabando porque me imagino carreteando, por eso ocupo frases que sé que el público se va a aprender de memoria. En el álbum tengo un tema que se llama ‘Braca’, donde hago algo como pregunta y respuesta y sé que eso funciona porque si estás en un show, haces participar al público. La gente sabe qué parte viene porque ya la repetiste mil veces y la va a querer cantar”.
Esta ambición por honrar al reggaetón “de la mata” aparece en un contexto muy favorable en el que varios artistas de nuestro país se dan a conocer globalmente y cuentan con una producción más sofisticada y envolvente. Y es aquí cuando la apuesta de SINAKA se duplica, ya que, además de representar la descentralización de los talentos colaborando con figuras de Concepción y su natal Quilpué, intenta predecir los próximos pasos de los productores del cono sur: “Las modas son cíclicas y van a terminar yéndose más para atrás, y ahí ya voy a estar yo instalado, voy a estar arriba de la micro”.
En los próximos años, a este nerd del reggaetón le gustaría colaborar con Chencho Corleone o con Ñengo Flow (este último ya ha trabajado con artistas nacionales como Julianno Sosa y King Savagge). Mientras tanto, podrás verlo el próximo sábado 23 de marzo en la sexta edición de Histerya Colectiva, donde compartirá escenario con artistas como KUINA, Ms Lilen y Dinamarca, entre otros.
Puedes seguirlo en su Instagram @s1naka.