Kobe Bryant: Una biografía de estilo
La carrera de Kobe Bryant puede ser examinada desde tantos lugares que su faceta como jugador de baloncesto es solo una más de sus incontables experiencias. De las numerosas caras de Kobe, hoy repasamos su importancia como ícono de estilo.
Cuando Kobe Bryant llegó a la NBA el trabajo de David Stern ya estaba dando sus frutos. El que fuera comisionado de la liga profesional de baloncesto había conseguido convertir una competición ruinosa, violenta y deficitaria en el ejemplo para todas las ligas profesionales. En 1984, el jugador mejor pagado de la NBA era Magic Johnson con 2.5 millones de dólares anuales, cuando llegó Kobe en 1996, Michael Jordan cobraba 30 millones de dólares. El propio perfil de los jugadores había cambiado, además de las historias de barrios bajos, se sumaba un nuevo profesional que había conocido el baloncesto profesional desde la infancia. En los 70 y 80 las sagas padre-hijo eran divertidas excepciones (Maravich, Mikan o Vandeweghe), en la actualidad Nance, Rose, Thompson, Rivers o Curry son nombres que han atravesado varias generaciones de seguidores. Casos como el de Kyrie Irving hijo de un mochilero del baloncesto internacional y ahijado de un ilustre NBA como Rod Strickland, conseguían darle un giro a las eternas historias de superación y pobreza habituales en el baloncesto. Y una historia diferente conlleva un estilo diferente.
Ese era el caso de Kobe Bryant, nacido en Philadelphia y criado en Italia, donde su padre jugaba después de pasar por la NBA. Cuando Bryant volvió a Estados Unidos conocía el baloncesto profesional desde dentro, pero también tenía un modo completamente distinto de entender todo lo que le rodeaba. Dominaba el juego, pero no comprendía a sus compañeros de instituto. La historia de Kobe como adolescente es la de un dominador en las canchas que a penas salía a la calle, en las antípodas de cientos de jugadores de la NBA criados y creados en canchas de barrio. Su padre, Joe Jellybean Bryant, había pasado por todos los clichés del baloncesto profesional americano de los setenta, jugó con grandes estrellas, coqueteó con las drogas y se vio inmerso en una batalla campal en la final de 1977 antes de trasladarse a Europa. Las referencias sociales de su hijo en Italia eran muy distintas, el único vínculo con la cultura estadounidense venía por correo, en las cintas de vídeo que sus familia enviaba para que los hijos escucharan hablar en inglés más allá de las voces de sus padres.
En 1991 los Bryant vuelven a Philadelphia. Acabada la carrera profesional de Jellybean, aceptó un puesto como director de actividades en un centro judío, un nuevo cúmulo de referencias nuevas para Kobe que ya empezaba a despuntar en Lower Merion, un instituto predominantemente blanco.

Vaccaro
Su primer contacto con adidas fue a través de Sonny Vaccaro, uno de los tótems del baloncesto no profesional. Organizador de torneos amateurs, se acercó a Nike en los setenta para proponerle una nueva zapatilla diseñada por él, pero Nike le respondió con otro encargo; dominar el baloncesto universitario. Vaccaro fue el creador de un concepto revolucionario, en un mundo pretendidamente amateur en el que no se podía pagar a los jugadores, Nike pagaría a los entrenadores para que obligaran a su equipo a llevar sus zapatillas. Su cercanía a los jugadores universitarios le permitía descubrir a nuevas estrellas, a las que llevaba de la mano hasta Nike. Así ocurrió con Michael Jordan y con Jellybean Bryant, MVP del campus organizado por Vaccaro en 1972. Y así ocurriría unos años después con Kobe.
Con una pequeña diferencia. Si en los ochenta Vaccaro se encargaba de proporcionar los mejores jugadores a Nike, en los noventa su lealtad había girado hacia adidas. Él tuvo que ver mucho con el renacimiento de adidas basketball en los noventa, con la incorporación de Kobe, Antoine Walker, Jermaine O’neal, T-Mac o Antwan Jamison. Kobe era especial, un chico de 15 años que hablaba italiano y le saludaba con dos besos, como solía hacer Vaccaro ante la extrañeza de sus compañeros. Vaccaro acostumbraba a presumir de pasado italiano y de unas conexiones con la mafia más teatrales que reales.

Kobe era entonces un adolescente que hablaba como Jordan, se movía como Jordan y trataba de jugar como Jordan. Su fichaje por adidas era una repetición de la historia de Michael, que firmó por una marca en crecimiento como Nike en lugar del gigante adidas. Pero ahora era la marca alemana la pequeña que apostaba por un joven y Nike era el gigante. El millón de dólares que le proporcionaba adidas ese primer año de contrato casi le obligaba a declararse elegible para el draft de la NBA, ya que quedaría invalidado si Kobe hubiera decidido seguir el camino universitario.
Para cualquier espectador era demasiado distinto, Kobe era un joven con un acento refinado, alejado de las conductas de sus iguales, que utilizaba expresiones grandilocuentes (“he decidido llevar mi talento”) o que invitaba a su fiesta de graduación a una estrella del R&B. Mientras otros jugadores contaban historias de superación, Kobe corregía errores gramaticales. Tampoco ayudaban los esfuerzos, más de su agente que de él mismo, por alejarse del equipo que le había seleccionado, Charlotte Hornets, para jugar con los Lakers. Una serie de decisiones y omisiones que forjaron una imagen de arrogancia con la que tuvo que luchar durante gran parte de su vida deportiva.




NBA
La imagen de Kobe en su primera temporada en los Lakers es la de un Michael Jordan joven. Incluso se afeita la cabeza, como hacía por necesidad su ídolo. La NBA, que había abrazado a Michael Jordan como el liberador de la imagen pendenciera y violenta, volvía a hacerlo ahora con Kobe.
Contratado solo unos meses antes de su paso al profesionalismo, adidas no había desarrollado un calzado específico para él. Sus primeros meses pasaron por modelos genéricos, Top Ten 2000, Top Ten 2010 y EQT Elevation que hacían uso de la tecnología Feet You Wear. Su primera signature llega en su segunda temporada, KB8 y KB8II, en plena explosión de zapatillas con nombre propio en la NBA; Alonzo Mourning, Glen Rice o Jerry Stackhouse tenían sus modelos personalizados. Peter Moore, que ya había desarrollado las primeras zapatillas de Michael Jordan, se encontraba con Kobe para comprobar que tenía todo aquello que habían buscado en Michael, ese estilo que les llevó a fabricar la Jordan II en Italia para derribar las fronteras entre los modelos de rendimiento y la moda.
Después de un par de modelos de línea (EQT Responsive, Forum 2000), retoma su línea con The Kobe y The Kobe II, pero Sports Ilustrated lo definía perfectamente en una portada en la que Tim Duncan taponaba a Kobe: Substance over Style. Y ese estilo no vendía zapatillas. Los arriesgados diseños, inspirados en motocicletas y automóviles, llevaban una línea opuesta a la del momento, en el que predominaba el espíritu callejero. Pero adidas sabía que no podían asociar el streetball a un jugador cuyo juego y comportamiento era opuesto. Las nuevas zapatillas de Kobe hablaban de estilo, no de juego, algo que nadie entendió en un momento en el que se iba consolidando su juego. El propio Kobe tampoco confiaba demasiado en sus zapatillas, dejó de usar The Kobe II para volver al modelo anterior. Las zapatillas, además, llegaron tarde a las tiendas por los problemas que creaba en la fabricación su complicado diseño con costuras escondidas. La brecha que había abierto Kobe para adidas en la NBA parecía aprovecharla Tracy McGrady, cuyas zapatillas sí se vendían.


La temporada más divertida
El último contrato con adidas había dejado fuera al padre de Kobe, que habitualmente cobraba un fijo por su participación, su prometida Vanessa no parecía muy interesada en adidas y la marca miraba hacia un joven que anunciaba que sería la próxima gran estrella, LeBron James. Un cúmulo de circunstancias que provocaron que Kobe decidiera comprar su último año de contrato con adidas; literalmente pagó 10 millones de dólares para dejar de llevar adidas. Para que la marca pudiera deshacerse de su inventario de producto, Kobe no podría volver a firmar un contrato de patrocinio hasta enero de 2003 y, para asegurarse de que lo cumpliría, no podría jugar más de tres partidos con la misma marca. Pensaban que diluyendo la atención, las zapatillas de Kobe dejarían de ser importantes.
El resultado fue todo lo contrario Durante la temporada 2002-03 Kobe llevó Converse, And1, Nike o Reebok, muchas de ellas personalizadas por las propias marcas como muestra de su interés en él. Y obviamente, llevó todas las Jordan posibles para convertirse en un calco exacto de Michael, ayudado por una muñequera puesta en el lugar exacto, y una innecesaria rodillera doblada tal y como hacía Jordan. Incluso el modo de colocar los calcetines replicaba el de Jordan con cada modelo. En pleno nacimiento de internet como un fenómeno social, cada partido de Kobe era examinado con atención ¿qué marca llevaba? ¿por qué habrá elegido ese modelo? Si adidas había cortado los lazos con Kobe porque sus zapatillas no importaban, esa temporada cada una de sus elecciones fue vigilata, compartida y comentada con una atención obsesiva.
En el verano de 2003 Sonny Vaccaro abandonaba adidas y su próxima parada sería Reebok, aunque no consiguió llevarse a Kobe con él. Quizás Reebok con Iverson y Kobe podría haber remontado, aunque sería hacer sneaker-fiction, hubiera sido interesante saber que hubiera ocurrido con Kobe en 2005, cuando adidas compró una renqueante Reebok.
Kobe podía ser uno de los jugadores más odiados de la liga, pero aun quedaba lo peor. En junio de 2003 era acusado de violación, unos días después de anunciarse oficialmente su contrato con Nike.

La era Nike
Aquella temporada fue el momento del cambio, un proceso que se culminaría un tiempo después con el cambio del dorsal 8 al 24.
Entre la multitud de zapatillas usadas en la temporada 2002-03 Kobe solo usó un modelo retro de Nike, la Flight Huarache, una zapatilla que Scottie Pippen llevó en los Juegos Olímpicos de 1992. Sin embargo era un modelo extraño que no tuvo demasiada repercusión en su época; diseñada a partir de un botín de neopreno y hermana de la Huarache de running, la Flight Huarache tenía una protección mínima que no fue bien aceptada por jugadores en un momento en el que se consideraba que las zapatillas debían ofrecer un soporte extra. Sin saberlo, esas zapatillas nos iban dando una pista sobre las exigencias de Kobe que quedarían selladas en las Nike Zoom Huarache 2k4.


La primera zapatilla Nike con su nombre, diseñada por Eric Avar y Ken Link, quedará siempre asociada a los 81 puntos, una borrachera de anotación controlada (que no aprobada) por Phil Jackson. Su segunda zapatilla apareció en tres versiones distintas, Strength, Sheath y Lite, que debía elegir para adaptarse a cada partido, una buena idea que nadie ha recuperado. La Nike Zoom Kobe III se construyó sobre una idea de Eric Avar que no pudo completar debido a una enfermedad. Fue Steve McDonald, un mítico de ACG que también había creado la Force Max de Charles Barkley, el que continuó el trabajo de Avar con una particularidad: como trabajador externo a Nike no podía tener contacto directo con Kobe.
El foco, más allá del público o las tendencias, estaba en el rendimiento. En diciembre de 2007 los Lakers se enfrentaban a los Celtics y, como homenaje a los enfrentamientos clásicos de los ochenta, los Lakers decidieron vestir no solo camisetas retro, sino también pantalones con el estilo de los ochenta, extra cortos. Después de los dos primeros cuartos, los Lakers se fueron al vestuario abajo en el marcador, pero volvieron con sus pantalones habituales. No querían ninguna distracción para luchar contra sus archienemigos. Las historias no siempre tienen finales épicos y los Celtics ganaron el partido por 19 puntos.
En 2008, con motivo de los Juegos Olímpicos, Kobe aparca su línea para convertirse en la imagen de las Hyperdunk. Los jugadores recuerdan el rendimiento de la zapatilla en la cancha, pero cualquiera que tuviera un ordenador en esa época tendrá grabado el peculiar modo de presentarla, con Kobe saltando por encima de un Aston Martin. Un viral que se adelantaba a los virales.
La Nike Kobe IV es uno de los diseños que consigue girar el estilo de un deporte. Hasta ese momento las zapatillas de caña baja eran una opción minoritaria, una alternativa a lo básico, que era proteger el tobillo. Según la leyenda, las primeras zapatillas de caña baja las crearon los Harlem Globetrotters, que cortaban sus Converse Chuck Taylor para conseguir la libertad necesaria para sus trucos. Desde entonces, podían verse en bases y jugadores rápidos, pero se veían como una apuesta arriesgada e innecesaria.
Kobe, una apasionado del fútbol desde su estancia en Italia, se preguntaba cómo podía practicarse con botas que no cubrían el tobillo incluso pisando en superficies irregulares, mientras el baloncesto seguía apostando por botas altas. El resultado fue una zapatilla que tenía mucho del minimalismo de las primeras Huarache, cercana al suelo, sin apenas protección, diseñadas para ser agresivo. No era el primer jugador en utilizar modelos de caña baja, pero Nike consiguió apropiarse de una narrativa que las situaba como una mejora funcional.
La Nike Kobe IV comenzaba a ser utilizada masivamente por sus compañeros y rivales, en lo que parecía una aceptación de la importancia del jugador, además de por el rendimiento de la propia zapatilla. Once años después, la reedición Protro de Kobe IV sigue siendo usada habitualmente en las canchas NBA.


V, VI, VII y VIII suponían mejoras técnicas de una misma idea, una vez que todas las marcas se apresuraban en imitar a Kobe, Nike mantenía su liderazgo con ediciones especiales, inspiraciones y nuevos formatos para presentar su producto, ya fuera regalando zapatillas a toda la primera fila de espectadores del partido de Navidad de los Lakers o creando anuncios con Bruce Willis y Kanye West. En cualquiera de ellos, el humor iba ocupando el lugar que antes tenía la arrogancia. Solo sus compañeros sabían que la nueva imagen de Kobe era un reflejo de una evolución personal que llegaba al juego.
Cuando el mundo del baloncesto había aceptado las zapatillas de caña baja, Nike vuelve a dar un volantazo con la Kobe 9 Elite, un modelo que hacía uso del flyknit para avanzar en la propiocepción, el conocimiento de la situación del cuerpo. Más que un éxito funcional, Kobe nos invitaba a preguntarnos si las verdades eran absolutas. X y XI, las últimas Kobe sobre la cancha, mantenían el status que, entre lesiones y edad, parecía ir marcando el camino de la despedida. Cada actualización requería detalles que cualquier otro jugador hubiera dejado escapar.
Kobe pasó años intentando ganarse el crédito callejero y lo consiguió justo cuando dejó de importarle, quiso que dejaran de compararle con Jordan y lo consiguió cuando llamó a Michael para pedirle consejo. El estilo de Kobe Bryant, desde su infancia con camisetas de Jordan hasta las sudaderas de la WNBA, explican un proceso paralelo a su juego, actitud y aceptación del público, en un aprendizaje que servía tanto para él como para quienes le hemos seguido tantos años.
