juan espejo pintura

Juan Espejo pinta la cotidianidad chilena

Cuando Juan Espejo (Santiago, 1994) era pequeño y volvía a casa caminando del colegio, veía los graffitis que tapaban los muros del recorrido, o quedaba “pegao” mirando la rapidez de los trazos y pinceladas de los pintores de Plaza de Armas paseando por el centro con su papá. Años más tarde, fue precisamente su padre quien lo motivó a seguir el camino creativo con un “dedícate a algo que tenga que ver con la gráfica”. Y Juan le hizo caso. Después de pasar horas en las calles con sus amigos pintando graffitis, se decantó por la pintura en plena era digital.

“Elegí la pintura en este contexto porque pienso que tiene un gran potencial para transmitir ideas, y más aun si pintas un mural en el espacio público. Puede sonar pretencioso, pero creo que la pintura sigue siendo un idioma universal que invita a pararse frente a un cuadro y recibir y leer lo que éste tenga que decir. Es fácil pescar un par de materiales baratos y ponerse a pintar, producir y comunicar”.

juan espejo pintura
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Y lo que Juan quiere comunicar es el reflejo de la historia reciente de Chile y América Latina en su cotidianidad; sus calles, su gente, sus protestas, el fuego y la violencia que se genera fruto de unos cimientos candentes y estructuralmente violentos. “Me gusta generar una narrativa gráfica desde lo popular con una visualidad que sea cercana a la realidad de la gente común y corriente. El día a día tiene historias sumamente interesantes para contar a través de la pintura y, dentro de las vivencias diarias de quienes habitan los barrios y poblaciones, podemos hallar escenas que sintetizan nuestra identidad y la forma en que vemos e interactuamos con el entorno”.

“Me gusta generar una narrativa gráfica desde lo popular con una visualidad que sea cercana a la realidad de la gente común y corriente”

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“Hablar de Chile ahora es hablar de cómo la violencia ha moldeado nuestra sociedad. No busco enaltecer a quien la comete ni romantizar su uso, pero si plantear un cuestionamiento básico: ¿qué empuja a las personas a cometer actos violentos? Por mucho que reneguemos de la violencia, ésta ha sido fundamental en la estructura y formación de nuestra sociedad, identidad y cultura. El sistema en el que vivimos fue impuesto por la fuerza, cortando de cuajo un proyecto de sociedad contrario a los intereses de quienes buscaban perpetuar su poder económico y político, asesinando y torturando a miles». 

«En mis pinturas quiero mostrar una pequeña parte de como la violencia es un aspecto innegable y da forma a la realidad que habitamos. Y aunque sea silenciada y pase piola, la marginación, la pasta y la delincuencia, la explotación laboral y la represión, está por donde pases la vista, basta dar una vuelta por Santiago para darse cuenta que la realidad es agresiva y hostil. Todos formamos parte de una dinámica cíclica del ejercicio de la violencia en distintas dimensiones. La pintura funciona como un tensor, como una herramienta comunicacional de alto calibre”.

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A pesar de lo banal o superfluo que puede parecernos un tema cotidiano si lo vemos de pasada, cada lienzo abre un espacio para la reflexión y el cuestionamiento mostrando escenas incómodas que todos hemos presenciado en algún momento, y nos pone ante el espejo (¿vendrá de ahí el nombre?) para que, en ese reflejo, encontremos una revelación personal y colectiva.

“Por mucho que reneguemos de la violencia, ésta ha sido fundamental en la estructura y formación de nuestra sociedad, identidad y cultura”

“Gran parte de la gente, en algún momento, ha visto alguna escena en la calle que le ha dejado en shock o pensándola: un asalto, un portonazo, una mamá pidiendo plata con el hijo al hombro o un abuso policial. Si la pintura tiende a ser un reflejo de la sociedad, ¿por qué debería mostrar otra cosa? A mi parecer, los/as pintores y artistas (los que no son de élite) pisan la cola de lo que pasa en nuestra sociedad y van tomando nota para decir y contar”.

En el mundo de los NFTs y las redes sociales, en el que todo es más fugaz y deshechable bajo una mirada quizá anacrónica, Juan encuentra un escenario esperanzador en una generación joven decidia a “no pensarla tanto y dedicarse a crear y producir sin miedo”, lo cual sí le genera sentido de pertenencia. Es bacán pensar que hay una sintonía colectiva de trabajar y comunicar desde donde cada uno/a se sitúa. Hay un pensamiento que no es para nada novedoso, que piensa la pintura como una herramienta que no se abstrae de la sociedad y sus características cambiantes y en conflicto”.

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Actualmente Juan está trabajando para profundizar en las temáticas que viene tratando y en refinar su técnica y discurso, a la vez que planea una colaboración en formato documental con otras personas latinoamericanas, y pone el ojo en otras técnicas y materiales. “Me compré unas gubias chinas para dedicarle tiempo a un proyecto de escultura en madera con toa la fe no más, buscando otros medios de expresión y salir un poco de la zona de confort que uno se arma”.

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