Jeffrey Chong Wang, ríete de un mundo que no puedes cambiar
El pintor Jeffrey Chong Wang nació en Pekín en 1979. Al contrario de lo que se pueda pensar, durante los 80s, después de la muerte de Mao Zedong en 1976 y la toma del poder por parte de Deng Xiaoping, en China imperó la libertad de expresión y los ciudadanos podían incluso criticar al Partido Comunista. Eso hacía que la gente se interesara más en la política y esperara más de ella, y, paralelamente, que la cultura y las artes evolucionaran más allá de lo permitido por el estado.
En este contexto, Jeffrey empezó a dibujar. “Cuando era niño, disfrutaba mucho dibujando a los héroes de los dibujos animados sobre la historia o la guerra en la antigua China, como la de los ‘tres reinos’. El sentimiento de alegría que tenía al pintar en ese entonces, hoy en día no ha cambiado”.



En 1999 el pintor se trasladó a vivir a Canadá, donde permaneció hasta 2010, cuando volvió a vivir a Pekín por unos años más. La realidad del Jeffrey niño y adolescente, chocó de frente con un país completamente distinto, dando paso a un imaginario de fantasía que mezcla diversas chinas y las experiencias de vida posteriores del artista. “Mis recuerdos de infancia, las culturas de la antigua China, la China comunista y la China capitalista se cruzan en paisajes contemporáneos. En mis pinturas quiero mostrar el efecto que tiene esta realidad absurda y contradictoria en mi mente”.
Y la forma de mostrar esta incongruencia es a través de referencias visuales que, según el propio Jeffrey, no son planeadas. “No sé exactamente de donde viene la inspiración para elegir ciertos objetos o determinados atuendos para mis personajes, pero cuando se ven bien, siento que se leerá correctamente el mensaje”. Y sentencia: “Hay cosas que solo se pueden transmitir mediante imágenes”.

“Mis recuerdos de infancia, las culturas de la antigua China, la China comunista y la China capitalista se cruzan en paisajes contemporáneos”




Sin duda, el sentido del humor es otro de los factores que entra en juego cuando Jeffrey se pone ante el lienzo. Se intuye que es uno de los instrumentos que usa para transmitir conceptos profundos que, quizá, asumiendo un tono serio no llegarían con la misma intensidad. El sarcasmo y la ironía como escudo protector del que sabe que para llegar a solucionar un problema, hay que aceptarlo y poder reírse de él.
“Supongo que, al igual que mucha gente, hay cosas que suceden actualmente que no me hacen feliz; la sociedad, el consumismo, el estilo de vida que tenemos, etc., pero al mismo tiempo, no siento que pueda cambiar nada de eso, así que el arte es la manera de huir de esa realidad desagradable. Por eso, hago que los personajes de mis pinturas tengan cierta actitud, similar a la que adoptaban los eruditos chinos del año 300 d.C., a finales de la dinastía Ming, cuando bromeaban acerca de un mundo que no podían cambiar”.

“Hay cosas que suceden actualmente que no me hacen feliz; la sociedad, el consumismo, el estilo de vida que tenemos, etc., pero al mismo tiempo, no siento que pueda cambiar nada de eso, así que el arte es la manera de huir de esa realidad desagradable”


Puede parecer fácil cuando Jeffrey lo dice, pero lograr el virtuosismo pictórico en lo técnico y poder centrarte en lo que quieres decir, aunque no lo tengas tan claro y asumas que tendrá varias lecturas, es muy complejo. “Estoy acostumbrado a los materiales de pintura al óleo, son más naturales y fáciles de manejar”.
Durante ocho meses de confinamiento el artista, quien solo expone con Gallery House, ha podido aprovechar el tiempo para pintar todos los días y, actualmente, está recopilando nuevas ideas para futuras muestras.
