Desde que tiene memoria, el fotógrafo Felipe Del Phonk (Puerto Montt, 1990) ha estado rodeado de imágenes. Cuando era pequeño, acompañaba a su papá a trabajar de suplementero: los impresos que colgaban del kiosko fueron las primeras referencias fotográficas que más tarde le servirán de base para la construcción de su propia mirada.
Años más tarde, cuando ya era adolescente, la cultura del hip hop y el graffiti complementarían su formación autodidacta en fotografía. Muchos de los códigos de calle que tiene este estilo musical y esta disciplina, fueron fundamentales para que, más tarde, Del Phonk entendiera cómo moverse en el contexto urbano de la ciudad y desarrollar su mirada fotográfica.
“La calle es mi lugar preferido porque es ahí donde la vida y la sociedad toman forma, es donde me siento libre. Cuando era adolescente, me la pasaba en la calle con los amigos porque nuestras familias pasaban todo el día trabajando».
«El barrio que me tocó habitar en Puerto Montt era peligroso por las peleas entre bandas, el hip hop, el graffiti y la fotografía me sirvieron para escapar del ambiente violento del barrio. Después de que murieran un par de panas, decidí moverme hacia otros lugares, así llegué a Valparaíso”.
“El hip hop, el graffiti y la fotografía me sirvieron para escapar del ambiente violento del barrio”
Así, el espíritu inquieto de Del Phonk y esta “huída” hacia adelante, le llevan a diferentes lugares de Chile antes de anclarse en la ciudad de Valparaíso. Ahí, su experiencia callejera y la música se mezclan y logra madurar su mirada como fotógrafo. “Al principio, era un fotógrafo más bien tradicional, me movía a lo ninja sin que me notaran a mi o a la cámara. En Valparaíso aprendí que, para conectar con lxs cuerpxs que me interesaban, debía primero acercarme, luego presentarme y, finalmente, disparar. Una vez que se rompe el hielo, el vínculo es horizontal y se conocen historias tremendas”.
En el mundo de la fotografía, todos saben que la ciudad portuaria chilena es un lugar muy “fotografiable” por las imágenes visualmente potentes que entregan sus espacios y habitantes. Por eso, algunos la miran con cierto rechazo, como algo “muy visto”, del que suelen surgir imágenes superficiales o sensacionalistas. Del Phonk propone una mirada profunda, un registro de la ciudad y sus cuerpxs a través de rutas alternativas.
“Me interesa en especial documentar lxs cuerpxs que llevan tatuajes, porque son un lenguaje, hablan de la historia de una persona, de donde viene, como piensa, quien es”
“Recorro la ciudad del plan al cerro, de noche y de día y solo me guío por mi interés personal. Me interesa en especial documentar lxs cuerpxs que llevan tatuajes, porque son un lenguaje, hablan de la historia de una persona, de donde viene, como piensa, quien es. Fotografiar lxs cuerpos y los tatuajes permite conservar esas historias”.
Felipe Del Phonk ha decidido levantar anclas y volver a viajar. Ahora se encuentra en Canadá con diez rollos de película y pretende documentar su experiencia como inmigrante.