“Obras Maestras” de Antonio Pérez Río: la necesidad de ver menos y mirar mejor
El problema de la premisa tan escuchada y odiada, pero, a su vez, parcialmente verdadera “si no lo compartes en tus redes sociales, no pasó”, es que corremos el riesgo de estar tan preocupados por mostrar la selección correcta de nuestras experiencias al resto, que nos olvidemos de vivirlas en primera persona. Y nadie quiere ser un espectador más de su propia vida, ¿no?
Este fenómeno, cuyo boom definitivo se produjo al generalizarse el uso de las cámaras digitales y los smartphones, puede llegar a ser un problema en conciertos, monumentos y museos, cuando quieres disfrutar, sin filtros digitales, de un espacio o situación, y te encuentras rodeado/a de personas que no tienen la misma intención. El fotógrafo, profesor, fundador de LENS Escuela de Artes Visuales, escritor y otras tantas cosas, Antonio Pérez Río (Madrid, 1972), percibió esta tendencia al visitar, en 2013, el Museo del Louvre de París y empezó a registrarla. El resultado es una serie de imágenes publicadas en el libro “Obras Maestras”.



Cuéntanos un poco sobre tí y tu trayectoria profesional. ¿Tienes algún recuerdo que te llevara a dedicarte a la fotografía y a la escritura?
Recuerdo las lecturas de poesía que hacía mi profesor de literatura en clase durante mi educación secundaria. Me provocaba una emoción intensa, ponía en forma mi sensibilidad, me abría a una dimensión desconocida. Él era poeta y despertó en mi la pasión por la escritura. A partir de ahí la vocación por la palabra se transformó en pasión por la fotografía a través de una experiencia de madurez: el viaje como experiencia de asombro ante lo desconocido. Hoy intento combinar ambas pasiones, pues ambas me hacen feliz.

“Educar es crear. Fotografiar es crear. Escribir es crear. Y crear es vivir intensamente”



En tu currículum acumulas estudios y proyectos educativos, artísticos y de investigación. ¿Cómo llegas a combinar todas esas miradas y concretarlas en una sola práctica? ¿Cómo fue tu camino y evolución hasta encontrar el gusto en esa mezcla?
Me apasiona aprender, es algo que me fascina desde el colegio. Para mí, una escuela es un contexto en el que los que participan en ella -profesores y alumnos- desarrollan sus capacidades. Como director de LENS Escuela de Artes Visuales, eso es lo que he hecho: rodearme de personas que me hacen crecer y de las que aprendo todos los días. La cara B de este compromiso con la educación es que deja poco tiempo para desarrollar proyectos artísticos y literarios. Pero ir poco a poco y llegar a la fotografía en mi madurez me ha ayudado a hacer las cosas con calma y con un sentido de exigencia hacia mi labor. Además, son pasiones que se alimentan mutuamente: educar es crear. Fotografiar es crear. Escribir es crear. Y crear es vivir intensamente. Soy bastante afortunado.
En tu web afirmas que: “Un proyecto no es un dogma ni una tesis. Tampoco un discurso. Un proyecto es un campo de juego”. Se nota que disfrutas de lo que emprendes sin preocuparte por generar una idea, sino por plantear dudas. ¿Fue así en “Obras Maestras”? ¿Cómo surgió ese proyecto y de qué trata?
“Obras Maestras” surge cuando visito el Museo del Louvre en 2013 y me quedo anonadado ante esa nueva experiencia del arte marcada por el turismo masivo y el uso atolondrado de la tecnología. Al ser el museo más visitado del mundo y un lugar en el que se pueden hacer fotos libremente, se convirtió en el lugar ideal para explorar esos nuevos usos de la fotografía que transforman la mirada sobre el arte. Ese fue mi campo de juego durante cuatro años en los que visité el museo frecuentemente y fui testigo de esos cambios. La noción de juego es muy importante para mí: no comienzo el proyecto con una tesis, sino con una duda, con una pregunta, con una intuición que me obsesiona y se va transformando y me va transformando según avanza la obra. En el libro, la combinación de las palabras y los textos se dio de una manera natural, dejando que el proyecto reposara y fuera pidiendo nuevos elementos. El paso del tiempo me ayudó a evitar que Obras Maestras se quedara en una mirada superficial. Y eso es fundamental: como fotógrafos, tenemos que utilizar la cámara para profundizar, sin caer en la autocomplacencia.
“No comienzo el proyecto con una tesis, sino con una duda, con una pregunta, con una intuición que me obsesiona y se va transformando y me va transformando según avanza la obra”


El consumo masivo afecta nuestro consumo del arte (y a nuestra relación general con el mundo), pero ¿positiva o negativamente? ¿Cómo definirías ese impacto y esa relación, según tu experiencia visitando museos a lo largo de tu vida (incluyendo épocas sin smartphones ni cámaras digitales)?
Ese consumo masivo transforma radicalmente nuestra mirada. Como cualquier otra herramienta, el smartphone puede servir para el conocimiento o para la ignorancia. Un factor clave es el tiempo. El turismo masivo y la tecnología digital tienden a producir una aceleración de la experiencia, pues siempre hay algo más que hay que ver, un sitio más que espera ser visitado. Y es difícil cultivar la atención, la concentración, vivir el tiempo presente. Nunca ha habido herramientas tan poderosas de manipulación como las de nuestro tiempo, en el que somos educados en una acción-reacción inmediata, carente de reflexión. Es importante reconocer esa tendencia y establecer cauces para dar más tiempo al arte en nuestras vidas. Ver menos, pero mirar mejor. Visitar menos lugares, pero conocerlos mejor. Reconocer que un museo no es un supermercado y mantener una actitud más receptiva, más humilde. Algo podemos aprender, algo nos puede golpear, algo nos puede hacer sentir. Y eso es un tesoro.

“El turismo masivo y la tecnología digital tienden a producir una aceleración de la experiencia, pues siempre hay algo más que hay que ver, un sitio más que espera ser visitado”
Durante la pandemia, la virtualidad y las tecnologías se han hecho indispensables para comunicarnos y trabajar. ¿Qué reflexión haces en torno a eso? ¿Auguras un futuro en el que nuestras formas de consumir arte, así como la forma de crear de los artistas, esté muy ligada o influenciada por lo digital y lo virtual?
Una pequeña puntualización: si el arte se consume, no es arte, es un sucedáneo. El arte no se puede aprehender ni poseer en su totalidad. En algunos casos, lo digital se convierte en una explosión de fuegos de artificio que convierten el arte en objeto de consumo, en un fondo estupendo para nuestras propias fotografías. Eso es una mala traducción.
Esto no quiere decir que no haya un arte nacido en lo digital y que nos abre a experiencias nuevas: algunas instalaciones de Ryoji Ikeda son subyugantes, la realidad virtual de Laurie Anderson es una de las experiencias artísticas más intensas de los últimos tiempos y apunta a que algunas de las obras más potentes de esta década vendrán de la mano de la realidad virtual y aumentada. Lo importante es no renunciar a experimentar una obra en el contexto para el que ha sido creada, ya sea un espacio físico o digital. Si pensamos que todo se puede experimentar digitalmente, nos vamos a perder muchas cosas…

“Si pensamos que todo se puede experimentar digitalmente, nos vamos a perder muchas cosas”
¿En qué estás trabajando actualmente y qué planes de futuro tienes? ¿Cómo viviste la pandemia?
Estoy trabajando en tres frentes: un proyecto educativo (el lanzamiento de los cursos online de LENS), un proyecto artístico (una obra sobre la colección del Rijksmuseum) y un proyecto literario (una obra de poesía escénica que reelabora los decretos del gobierno español sobre la crisis del COVID-19). En cuanto a la pandemia, es una experiencia dolorosa y un momento de cambio radical. Estoy intentando proteger mis emociones y mantener un equilibrio físico y mental. A todos los que lean estas palabras… ¡mucho ánimo y mucha salud!
