Un objeto es una “cosa material inanimada […] que puede ser percibida por los sentidos”. Muchas veces esa cosa es solo algo que utilizamos con un objetivo, algo más funcional; otras veces estos objetos fueron pensados para ser observados y/o expuestos, y están impregnados de significados que nos transmiten sensaciones. Y hay otras ocasiones en las que los objetos, con el tiempo y fuera cual fuera su concepción inicial, se convierten en una historia personal sobre un tiempo que trasciende.
Esta idea sobre una cosa que se crea a través de una inquietud artística y que perdura, es la que ha guiado, desde pequeña, la exploración creativa de Mikaella Belmar (Santiago, 1996), basada actualmente en diversas materialidades y soportes, desde la cerámica a los tejidos y la cestería. “Siempre me gustaron mucho los objetos decorativos y los juguetes, las muñecas de distintas materialidades y épocas, las cajitas de loza, los platos, los jarrones, me gustaban los objetos que a mi parecer podían ‘contar’ una historia, creía que los objetos eran como contenedores de acciones y tenían una carga anímica. Aunque ha cambiado mucho mi forma de crear siempre tengo presente este entendimiento de los objetos no solo como algo decorativo, si no, como algo que trasciende y perdura en el tiempo. Me gusta pensar que en algún futuro lejano encontrarán mis piezas entre escombros y sacarán conclusiones sobre el tiempo en el que habitamos”.
“Siempre tengo presente este entendimiento de los objetos no solo como algo decorativo, si no, como algo que trasciende y perdura en el tiempo”
En este enfoque, Mika encuentra un imaginario común y concreto, “me fijo mucho en los colores y las texturas de la ciudad, los cielos rosados, las rejas, los ladrillos, las ruinas modernas, el paisaje santiaguino”, pero lo expresa de dos maneras: con la cerámica busca el perfeccionamiento de la técnica y el oficio, y con la cestería y el textil, usa materiales reciclados (cables, plásticos, etc.), con una mirada más experimental. Los resultados visuales en sus piezas suelen ser “rotos” o rocosos, mezclados, tridimensionales. Y esa es la idea.
Aunque parezcan piezas desconectadas por su materialidad, tanto lo textil como la cerámica se incorporan en la cotidianidad y en las experiencias vitales de Mika, encontrando el camino a seguir con cada una de ellas al trabajarlo bajo sus criterios personales.
“Empecé a trabajar la cestería el 2021, en un viaje a Chiloé, […] aprendí mirando y haciendo. Una vez que volví a la ciudad, quise experimentar con otro tipo de materialidades. Yo vivo en Santiago centro y […] un día, paseando de noche, encontré muchos cables amarillos en los depósitos de una constructora, me los llevé y con ellos hice mi primer jarrón de cestería experimental. Siempre me interesó mucho la textilería, el arte precolombino, la cestería, el oficio artesanal es una de las cosas que más me gusta mirar, por algo territorial, primigenio. Desde ahí me parece importante también establecerla en mi cotidiano, trabajarlo a mi manera”.
La mezcla de la ciudad y lo primigenio se entrevé en una dualidad entre lo duro, rugoso e imperfecto, y los tonos pastel o los personajes cercanos a los dibujos animados. Es algo deliberado que expresa la forma de ser de Mika y el cruce que le gusta habitar. “Me gustan mucho los colores pasteles contrarrestados con elementos más duros y saturados, con terminaciones inacabadas. Siempre existe una polaridad en mis cosas: objetos pesados como las cadenas y las rejas junto con colores rosados cielo y piezas con caritas coquetas y ojos soñadores. Me gustan las cosas ‘cute”’porque son una forma más fácil de llegar a las personas, los dibujos animados no son tan difíciles de comprender como una pieza más compleja y conceptual difícil de leer”.
“Existe una polaridad en mis cosas: objetos pesados como las cadenas y las rejas junto con colores rosados cielo y piezas con caritas coquetas y ojos soñadores”
Actualmente, Mika está centrada en el trabajo con la cerámica para lograr piezas cada vez más grandes e ir incorporando personajes dentro de una estética “sucia y juguetona”, pero sigue experimentando con las cuerdas y el plástico en accesorios e indumentaria. Este año expuso en la muestra colectiva “Flores sin cielo” junto a @1993manuela y @51mpl31, y algunas de sus carteras y piezas se venden en la tienda CDL del Drugstore en Santiago. “Ha sido una buena experiencia trabajar y mostrar mis cosas junto a más personas, me gustaría participar en más proyectos como este, donde se reúnan distintos oficios y artistas”.
Sigue su trabajo en @sayonaracynara
