Andrés Cardona narra el conflicto colombiano en primera persona
Cuando se inició en el oficio de narrar con imágenes, el fotógrafo colombiano Andrés Cardona (Puerto Rico, Colombia) decidió enfocarse en las consecuencias que sufren las personas y comunidades expuestas al fuego cruzado del estado, la FARC y los paramilitares. Este conflicto ha dejado miles de personas asesinadas, desaparecidas y desplazadas, resultado de una guerra que se extiende por décadas y que año a año suma nuevas víctimas.
En esta línea, Andrés decidió girar la cámara y dirigir el objetivo hacia su propia historia familiar y la violencia que afectó a su bisabuelo, su padre, su madre y sus tíos, al ser acusados de ser simpatizantes de los rebeldes y ejecutados por los militares. El proyecto resultante, “Wreck Family and the Colombian Conflict”, recibió el apoyo para su desarrollo del prestigioso premio “W. Eugene Smith Fund Grant”.


“Han asesinado más de veinte personas de mi familia con un común denominador: estar vinculados a grupos políticos no alineados con el gobierno”
“El proyecto surge de la necesidad de narrar cómo se vive el conflicto colombiano desde mi núcleo familiar. Al estudiar la historia, descubrí que la violencia hacia mi familia viene de mucho más atrás y que, desde los años 50 hasta la actualidad, han asesinado más de veinte personas de mi familia con un común denominador: estar vinculados a grupos políticos no alineados con el gobierno (partidos de izquierda o movimientos sociales pro campesinos). Averigué que mi familia se trasladó a la selva pensando que encontraría la paz, pero el conflicto se trasladó también a esta zona”.
Andrés trabaja en base al asesinato de su papá, la desaparición de su mamá o la decapitación de una prima, horrores imposibles de representar en imágenes, por lo que debe encontrar formas distintas de imaginarlos a través del diálogo con los parientes vivos.
“Conversé con mis primos, mis tíos y mi abuelo, les pregunté cómo vivieron el conflicto e, inmediatamente, se producía una catarsis. Descubrí que muchos de nosotros teníamos pesadillas en común, soñábamos con cuerpos ahogados en un río. Por eso, una de las fotos más representativas es una puesta en escena donde uno de mis primos representa esa pesadilla recurrente. Una vez mi abuela, quien falleció hace poco, me dijo que había vivido tan intensamente el conflicto que le faltaba llorar sangre. Ahí me di cuenta de que este proyecto debía ser visual, por eso hice un retrato de mi abuela con una gota de sangre”.





“Mi abuela, quien falleció hace poco, me dijo que había vivido tan intensamente el conflicto que le faltaba llorar sangre”
Andrés también se sirve de material de archivo para narrar la historia, lo que le permite hacer visible el pasado. “Al revisar fotos familiares de cumpleaños, comuniones o Halloween, aparecieron escenas de muertos, entierros, una fosa común donde estaban mi papá y mi tío como ‘NN’ asesinados por el ejército. Les propuse a mi hermano y mi primo rehacer esa escena y un cementerio me dio el permiso para la recreación, con ropa similar a la original, como si yo hubiese estado ahí fotografiando”.
El proyecto está recorrido por una profunda conexión subjetiva y atravesado por el dolor que se palpa en el ambiente, pero Andrés también quería que su trabajo representara el pesar de muchos, de un país entero. “Siendo de Puerto Rico, Caquetá, un pequeño pueblo de la Amazonia colombiana, quería que mi historia familiar representara el conflicto de un país completo, de familias como la mía que han sufrido con la guerra y la violencia sistemática del estado y las fuerzas militares. Familias completas masacradas y perseguidas por su posición de izquierda, por pensar diferente, gente con ideas progresistas, personas comunes y corrientes que fueron ejecutadas por el gobierno”.


“La violencia está en el ADN de nuestra familia y este proyecto nos ha ayudado a cerrar ciclos”

El viaje iniciado a través del proyecto, le ha permitido al autor reflexionar más profundamente acerca de su propio trauma y lo ha motivado a investigar en profundidad la desaparición de su madre.
“Hace veinte años atrás, hablar de esto en la calle, tal y como lo estamos haciendo ahora, hubiese significado mi muerte. Este proyecto me ha permitido conversar acerca de lo que no se podía antes, he curado heridas y liberado rabia a través de las fotos, pero lo más importante es que la fotografía me ha motivado a denunciar lo que pasó y buscar el cuerpo de mi madre, la violencia está en el ADN de nuestra familia y este proyecto nos ha ayudado a cerrar ciclos”.
Actualmente el autor trabaja, junto al editor Santiago Escobar Jaramillo y la editorial Raya, en un fotolibro que pretende llegar a las bibliotecas públicas del campo y a lugares remotos de la selva donde no existe internet, de forma que todas las víctimas conozcan lo ocurrido a través de fotografías que logren darle una cara a las cifras o folio con las cuales usualmente se refieren a las víctimas.

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