Entrevista a David Garcerán: “Para evitar el algoritmo, hay que salir de él”
Cuando David Garcerán (Castelldefels, España, 1994) era muy pequeño, encontró una cámara de fotos en la Laguna de Bezas, cerca de Teruel. Ese fue el primer objeto de su propiedad y también su primera cámara, “la llevaba de vacaciones con mis padres pero no le daba mucha importancia”. Poco después llegó la cámara digital aunque David nos cuenta que “odiaba sus limitaciones técnicas”, por lo que, cuando fue creciendo y se metió en el mundo del skate, el hardcore y el punk, recuperó esa primera cámara encontrada, a la que antes no había prestado demasiada atención. “Con ella intentaba imitar la estética de la escena youth crew de Nueva York (Youth Of Today, Project X, Judge…) en los 80s con bastante poco éxito pero mucha ilusión”. Desde entonces, David ha estado sacando fotos en analógico, pero, sobre todo, interesándose por la historia y la teoría de la fotografía, lo cual le ha llevado a desarrollar proyectos como el zine Contrafotografía, el archivo Agents de la Mort, y numerosos proyectos musicales.


De forma general se establece que, navegar en la sobresaturación visual de hoy en día es una tarea apta solo para los más entrenados. Encontrar la inspiración y el ánimo para hacer algo cuando “ya todo está hecho y visto”, siendo tan joven como David, es quizá tan difícil como encontrarlo en la época en la que no había aún “nada” hecho, hace más de un siglo. Sin embargo, él halla la forma de darle la vuelta. “Cuando algo me gusta suelo ir a la raíz. Si te gusta la fotografía tienes que ver a Atget y si te gusta el metal tienes que escuchar a Black Sabbath, de ahí sale todo. Cuando hacemos música, foto o vídeo nos solemos basar en los conceptos lo más originales posibles para no estar creando un refrito de un refrito. No vamos a inventar nada, pero al menos que se parezca a lo que nos gusta, no una copia moderna que no tiene nada que ver”.
El interés de David por expandir el conocmiento visual y textual adquirido es auténtico y tiene raíces profundas, no huye de conceptos que podríamos relacionar más directamente con la política o los movimientos sociales. “Creo que el punk y la contracultura son, en sí mismos, conceptos políticos. Desde hace no mucho he llegado a la conclusión de que todos los proyectos que hago deberían impactar positivamente a mi alrededor, da un poco igual cómo pero tienen que acabar dando algo a la clase trabajadora”.

“Todos los proyectos que hago deberían impactar positivamente a mi alrededor, da un poco igual cómo pero tienen que acabar dando algo a la clase trabajadora”



De entre todos estos proyectos, Contrafotografía es uno de los que ha tenido más continuidad. Esta publicación cumple con todos los checks de una iniciativa alternativa sin ánimo de lucro y, con ella, ha logrado generar un público fiel y una línea editorial con cimientos sólidos. El concepto “contrafotografía” habla por sí mismo y se yuxtapone a la fast-photography como símil de la forma de consumir actual, sin reflexión, impulsada por la gratificación instantánea de un me gusta en Instagram.
“Hay unos cánones estéticos fotográficos que me parecen devastadores. Siempre ha habido, es normal, pero como hoy día todo el mundo tiene una cámara sí que hay ciertas tendencias dentro del amateurismo que me parecen innecesarias y, por desgracia, muy expandidas. Simplificando mucho encuentro unas ediciones fotográficas muy duras, series basadas en el morbo, y un desinterés total por la historia de la fotografía. Por otro lado, en el sector profesional se ve una extrema necesidad de muchos autores de intentar ser o como los premios World Press Photo o como la fotografía que viene por defecto en un cuadro de Ikea, una suerte de lorem ipsum visual […]. Se está consumiendo fotografía aceptada por el algoritmo. De todos estos pensamientos nace Contrafotografía: una revista sin ánimo de lucro donde buscamos fotógrafos generalmente no profesionales que creemos que han cuestionado un poco la idea general colectiva de fotografía en nuestra generación y han intentado darle una vuelta. Es en papel porque, para evitar el algoritmo, hay que salir de él. Sabemos que ha inspirado a otros proyectos y esto es, seguramente, lo más importante. En España, la escena de autopublicaciones fotográficas continuadas es casi inexistente, si logramos hacer que crezca, ganaremos todos”.
“En el sector profesional se ve una extrema necesidad de muchos autores de intentar ser o como los premios World Press Photo o como la fotografía que viene por defecto en un cuadro de Ikea, una suerte de lorem ipsum visual”




Siguiendo en su afán por compartir y alejarse de lo establecido, desde hace un tiempo, David lleva a cabo la curatoría de un archivo fotográfico al que llama “Agents de la Mort” (agentes de la muerte, en catalán). Esta recopilación de imágenes de calle, movimientos sociales y momentos históricos, está alojada en una cuenta de Instagram con más de 24mil seguidores… diríamos que el fin justifica los medios. “La función de esta cuenta es enseñar que hay fotografía de todo tipo y que en todas partes puedes encontrar autorías que han cuestionado el orden imperante. En general todas salen de escaneos de mis libros y revistas o de archivos públicos, y sino de artículos que han pagado la fotografía del banco de imágenes correspondiente (el cuál no me puedo permitir)”.




Durante dos meses de cuarentena, David estuvo solo en su casa, rapándose la cabeza y haciendo pizzas “como un loco”, pero tuvo tiempo de hacer música e ideas varias ediciones de Contrafotografía. “Estamos preparando un nuevo fanzine sobre Irlanda del Norte en los 90s, otro colaborativo, un tercero de una fotógrafa estadounidense de los 70s y una exposición. Estoy acabando el LP de mi banda Algara y a punto de grabar un EP con mi otra banda, Irreal. También estoy componiendo temas para mi proyecto que se llama El Destello y por supuesto creando contenidos para agentsdelamort”.