Cuando tenía 4 o 5 años, Catatte (La Calera, 1998), se sentaba en el sillón de su casa a mirar unos óleos que le regalaron a su padre en el trabajo. “Estaba absolutamente obsesionada”. Una obsesión infantil que aumentó cuando su madre le inventó una historia a la pintura relacionada con la casita que en ella aparecía. Entre estos recuerdos, Cata también localiza los ratos que pasaba pintando libritos para colorear que vendía un señor que pasaba por su casa.
“Además, coleccionaba Condoritos, me gustaba copiar los dibujos y hacer mis propios cómics; mi mamá me decía ‘si aprendes a leer, te compro más’ y eso hice. Siento que, inconscientemente, mi madre fue mi primera mentora, ¡me tenía pintando todo el día!”.
El salto del dibujo a la pintura lo dio en la universidad, “al principio me sentía más dibujante que pintora, pero cuando le agarré el gusto, no me alejé más”, confiesa. La obsesión de infancia le alcanzó también en una edad más adulta: “Es la traducción pictórica, el romper la mesura con los colores y acercarme desvergonzadamente a ellos lo que me ilusiona, este fenómeno complejo y abstracto que por un instante puedo descodificar, es como gritar ¡eureka! La pintura me mantiene todo el día pensando en ella, me habita, no es un proceso que se reduce únicamente a lo material, es, por sobre todo, mental”.
“La pintura me mantiene todo el día pensando en ella, me habita, no es un proceso que se reduce únicamente a lo material”
Lejos de abandonar los lápices pasta por la pintura, Catatte lo une y explora su lado metódico, “pero no menos caótico”, con el ensayo/error de la pintura, y pone a prueba su paciencia (por no poder borrar) con los lápices, abrazando el error si éste aparece. “A veces se mal entiende que lo pictórico y lo grafico tiene su limite en lo material; pintura para la pintura, lápiz para lo gráfico, pero ni uno ni lo otro. Me gusta extremar las características y contradecir las cualidades de un material noble”.
En relación a lo que Catatte decide “enfocar” con su lente imaginaria y plasmar en el lienzo, también se ha producido una evolución. Empezó con el objetivo bien cerrado, centrándose en los detalles de escenas nostálgicas de fotografías familiares, casi inmersa en un ejercicio de memoria. Un día, empezó a abrir el plano y aparecieron otras situaciones más siniestras: imágenes de películas de terror en las que los fenómenos lumínicos son el “personaje principal”.
“Me di cuenta de que, lejos de quitar a lo anterior, sumaba. Y, a pesar de que, entre una pintura de un bodegón, una escena familiar y una pintura de un still de terror pareciera haber un mundo de diferencia, hay algo en mi obra que las une, todas son contenedoras de visualidades que se vuelven estándares en cuanto las acciona la memoria universal, el recuerdo colectivo”.
“Todas (mis pinturas) son contenedoras de visualidades que se vuelven estándares en cuanto las acciona la memoria universal, el recuerdo colectivo”
La paleta de colores se basa en verdes, negros ópticos, rojos y amarillos, que aportan significado a las pinturas y les dan, a la mayoría, un aspecto “análogo”, como de fotografía antigua, polvorienta y descolorida. “Si resumo todo a colores podría decir lo cálido, lo frío y lo estrechamente olvidable”.
Esta estética y las continuas referencias a productos audiovisuales conocidos, hacen que el trabajo de Catatte active el recuerdo colectivo y genere una identificación inmediata, cierta comodidad que luego será cuestionada por la propia persona que mira. “En mi obra, la memoria es el cuerpo que escapa, las imágenes son ese ‘miembro fantasma’, esa extremidad que ya no está, pero que aún duele y pica. De pronto, lo familiar se vuelve extraño, eso que estaba oculto, aparece. No me interesa ahondar en el suceso o hazaña biográfica, me interesa, por el contrario, difuminar la frontera de lo personal y colectivo”.
“No me interesa ahondar en el suceso o hazaña biográfica, me interesa, por el contrario, difuminar la frontera de lo personal y colectivo”
Actualmente, Catatte es ayudante de grado en la universidad en la que estudió y, a la vez, trabaja en una nueva serie de pinturas con lápices pasta de colores. Tiene intención de comenzar a usar fotogramas de películas que no sean de terror en sus obras y espera poder venderlas, aunque le cueste “soltarlas”. Puedes seguir su trabajo en @catatte.