“Yo solo quiero ser una fantasía”, dice Ángel Ortega, aka BLU, en la voz en off que va hilando el cortometraje dirigido por Rocío Huerta (La Serena, 1989), “Ángel”. Esta pieza cuestiona, a través de una experiencia concreta, la idea del cuerpo trans “masculino”, “que solo consiste en hormonas y operaciones”, y que no contempla otras formas de ser y habitar esta corporalidad, que exige “masculinidad” y limita la expresión de género.
En los 5 minutos que dura el cortometraje, Ángel narra su experiencia incómoda como persona que se identifica como hombre, pero no como todas aquellas ideas que te han venido a la cabeza al leer esta palabra: hombre, sino como su propia idea, una libre, que experimenta con todas las capas materiales y metafóricas que nos visten, una que no se limita. Rocío y su equipo completan y “empaquetan” este discurso con recursos audiovisuales (grafismo, rotoscopia, el maquillaje de Ángel, un guión que hace encajar todas las piezas…), demostrando el entendimiento de la sensibilidad y el mensaje de Ángel.
Rocío estudió cine estimulada por todas las películas que vio para distraerse de algunas crisis familares y la curiosidad por contar historias y distraer al resto. Hoy en día, combina publicidad, videoclips y proyectos documentales y de ficción propios o ajenos:
“Intento no tomarme muy en serio la clasificación de experta en una sola cosa, aunque así el medio lo demande”. Su trabajo le llevó a realizar un corto para una revista digital sobre las personas trans y propuso entrevistar a BLU, a quien ya seguía por Instagram.
Así, Rocío y su equipo empezaron a grabar, “sin saber muy bien cual sería el resultado”, empujados por la intución de detectar una sensibilidad y una forma de construir la identidad muy única.
“Nos dejó temblando mientras lo escuchábamos quebrarse frente a cámara, y no quiso parar hasta filmar todo lo que teníamos programado”
“La jornada final que suponía ser una puesta en escena muy libre y dispuesta para jugar con las luces y maquillaje, resultó ser una de las más difíciles que me ha tocado, ya que Ángel llegó en plena crisis muy al borde del colapso […], trajo un texto mucho más profundo -que finalmente estructuró el docu- y era prácticamente una carta de despedida. Nos dejó temblando mientras lo escuchábamos quebrarse frente a cámara, y no quiso parar hasta filmar todo lo que teníamos programado”.
“Días después de ese rodaje me enteré de que fue internado mientras batallaba con una depre muy fuerte. Entonces, ese simple registro que nació nada más como un ejercicio, superó la ficción en todo sentido. Esa fragilidad que toqué desde un privilegiado lugar como espectadora/directora me hizo responsable de al menos pasar el mensaje que me fue confiado. Una vez que Ángel estuvo mejor, pude continuar con un par de jornadas de filmación y seguir este largo camino autogestionado. Si bien entendemos racionalmente el poder y potencial que tiene una cámara lista para documentar una persona, no vi venir lo real y valiosos que serían estos 5 minutos de video”.
Hay un término del universo e imaginario anime que menciona Ángel y nos permite entender perfectamente lo que nos cuenta con su escrito: Bishōnen. Esta palabra se usa para referirse a un hombre cuya belleza y estética trasciende el género o la orientación sexual. Y esto es lo que inspira y construye su identidad. “Cuando empecé a ver anime”, cuenta Ángel, “encontré estos personajes ‘masculinos’ que eran sumamente femeninos en su expresión de género y yo pensaba ‘estos son hombres también’, no es necesario que se tengan que ver como la idea del hombre cis y aun así, dentro de la serie, todes les tratan respetando sus pronombres”.
Este concepto, en el corto, se refuerza visualmente con dibujos, animaciones y el maquillaje de Luna Latuf, quien trabajó con algunas referencias, pero, al encontrarse con el frágil estado del protagonista, se colocó “en un lugar de intimidad y conexión muy especial con él, que ella misma considera casi meditativo”. El guión se basa en el texto final que Ángel leyó frente a la cámara, éste no fue alterado ni reescrito y, como dice Rocío, conserva “sus luces y oscuridades”, pero camina hacia un final esperanzador.
“La manera y espectro de expresiones en razón de ser un hombre trans son muy variadas y esta es la que elegí con la intención de ser honesto conmigo”
Del resultado, “Ángel”, parece desprenderse una idea tan simple como su título: hay tantas formas de vivir el género y la identidad como personas existen en el mundo, y esta debería ser una más, porque es una persona más. Ángel se cuestiona: “¿Quién dice que solo los hombres tienen barba, usan el pelo corto o deben verse así para validarse? En mi experiencia no quise hacer ningún cambio físico, sólo cambié mi nombre, ya que no necesito más por el momento, la manera y espectro de expresiones en razón de ser un hombre trans son muy variadas y esta es la que elegí con la intención de ser honesto conmigo. ¿Es más difícil? Sí. Pero por ahora solo deseo ser leal a mí”.
En esta forma de concebirnos es donde faltan referentes pero sobran historias que contar, “generaciones y generaciones que iremos dándonos a conocer y abriendo espacios, cuando yo no esté, sea por la razón que sea, les demás seguirán luchando y estoy convencido de eso”, cierra Ángel.
Actualmente, la directora, Rocío está trabajando en su primer largometraje, “Reina Japonesa”. Puedes seguirle en @rociohuertam.
–
Créditos del cortometraje:
Testimonial: Ángel Ortega @blvvelvet
Dirección: Rocío Huerta @rociohuertam
Dirección de fotografía: Gonzalo Rayo @gonzalorayo
Foquista: Felipe Toro @felipetoromeza
Gaffer: Jonathan Cabrera @jonathanjeyjey
Eléctricos: Tommy Díaz @il_tommy Alex Ortiz @p.lao_
Arte: Natalia Noerr @natinoerr
Pelo y Maquillaje: Luna Latuf @lunalatuf
Sonido directo: Gabriel Villegas @gavosnaya
Post-producción de Sonido: Rafael Huerta @rafarrombe
Material original y fotos de: @blvvelvet
Edición, animaciones y diseño gráfico: Rocío Huerta
Color: Sergio Béjares @sergiobejares
Fotografía fija: Daniel Lara @dlarax_
Traducción: Max Morales @expectador