Alvaro Naddeo, desperdicio y cotidianidad
Uno de los grandes factores asociados al cambio climático es la sobreproducción de materiales rápidamente desechables y de lenta biodegradación. Esto, sumado al mal manejo de éstos, no solo impacta a los océanos y suelos del planeta, sino que configura nuestro imaginario contemporáneo en la medida que ocupa ciudades, plantas de tratamiento y entornos naturales. En este sentido, lo permanente de la basura habla de una sociedad que aún no es capaz de hacerse cargo de sus deshechos.
Para tratar de visibilizar esta problemática, numerosas expresiones artísticas han buscado sensibilizar y encontrar soluciones, ocupando los elementos concretos y simbólicos que conforman este paisaje social. Álvaro Naddeo es un pintor brasileño residente en Los Ángeles que ha enfocado su obra a representar entornos compuestos por todo tipo de desperdicios. Sus pinturas plantean, así, un espacio visual modulado por estructuras de cartón y plástico, por vehículos, mobiliario, y carritos de comida, todo ello reciclado para formar nuevas formas escultóricas.



La biografía de Naddeo está marcada por la constante comparación a la que él mismo se sometía al ver las ilustraciones de su padre, también artista. Esto le llevó a una frustración inicial y a que se dedicara a la dirección artística en Publicidad, para terminar abandonando esa práctica de forma definitiva y retomando el pincel para siempre. Aún así, esa experiencia construyó un imaginario de etiquetas, logotipos, envases y espacios publicitarios en desuso como una forma de crítica hacia el marketing y la publicidad. En cuanto a la técnica, su trabajo es ejecutado principalmente en acuarela, con un gran perfeccionismo y agilidad, fruto de una formación autodidacta.




La disposición organizada de las estructuras de Naddeo nos increpa sobre cómo la basura forma parte de nuestra cotidianidad, fruto del irracional régimen de consumo del que somos parte. Así, sus composiciones adquieren un carácter surrealista según el cual, el paisaje que conforman los deshechos en nuestra vida, construyen también las bases del libre mercado. Como han dicho Žižek y Jemson, “hoy parece más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”.



