Esta “no es una historia completa, sino un fragmento de algo mayor”. Las imágenes de la serie “DC rendevouz”, de Futuro Berg, muestran instantes de sus encuentros con Christopher, un refugiado camerunés que conoció en 2019 mientras trabajaba con migrantes en la frontera de México y Guatemala. Después de tres años sin verse, y ya asentado en Washington DC, se reecuentra de nuevo con el fotógrafo, con quien pasea por las calles de esta ciudad y también por Maryland y Baltimore. ¿Quieres conocer la historia? Sigue leyendo…
La fase inicial de la historia
“Conocí a Christopher en las calles de Tapachula, en la frontera de México y Guatemala, a mediados del 2019, mientras me encontraba trabajando en un programa de ayuda en campamentos y centros de detención de migrantes. Fue un encuentro fortuito, lo vi caminando, necesitaba ayuda para comprar algo, pero al no saber español, se le hacía difícil. Me acerqué y le ofrecí ayuda como traductor. Inmediatemente, al hablar un poco con él, noté una energía increíble, una amabilidad y cercanía que no es muy habitual encontrar en esos espacios. Le ofrecí ayuda con la información legal, la asesoría con abogados y con información sobre albergues donde dormir en su camino a los Estados Unidos. Durante esa semana nos vimos un par de veces en Tapachula, salimos a caminar y a comer tacos”.
Reencuentro en Tijuana
“Por esas coincidencias de la vida me tocó viajar a Tijuana un par de meses después y, en ese momento, Christopher se encontraba también allí con intenciones de pedir asilo en la frontera (todo esto en el contexto de Trump y del refuerzo militar de las fronteras entre México y Estados Unidos). Pasamos un par de semanas juntos en Tijuana, donde nos pudimos conocer mejor y reforzar nuestro lazo de amistad. De hecho, yo estuve con él el día que cruzó hacia Estados Unidos, antes pasamos por una iglesia y rezamos para que su suerte le ayudara a obtener asilo político. Al momento de cruzar nunca se sabe qué pasará, si te van a detener, si te van a deportar o, simplemente, a denegar el acceso, es un camino de ida pero sin certeza de nada”.
Su llegada a DC y la reunificación familiar
“Días después de haber cruzado, seguía sin saber nada de él. Gracias a la ayuda de unos amigos que trabajan en una ONG de Estados Unidos, pude averiguar que estaba en un centro de detención para migrantes donde terminaría pasando casi nueve meses. Más que un centro de detención eso era derechamente una cárcel para migrantes en donde las condiciones eran (y son) realmente malas. Durante esos meses mantuvimos el contacto cada semana; yo lo llamaba y teníamos cinco minutos para hablar y ponernos al día, siempre manteniéndolo conectado con abogados que, finalmente, lograron su libertad a mediados de 2020. Fue un período que marcó profundamente nuestra amistad e historia. Con el paso del tiempo, Christopher decidió asentarse en el área de Washington DC, donde existe una gran comunidad camerunesa y de africanos, un barrio alejado del centro donde conviven también mexicanos, centroamericanos y afroamericanos de clase trabajadora”.
“Han pasado ya tres años desde que nos conocimos, nos hemos encontrado tres veces en distintas ciudades. Hemos logrado, gracias a nuestro vínculo con una organización de apoyo a migrantes, que Christopher haya obtenido sus papeles, su residencia y, hace una semana, al fin, el paso más importante de todos: la reunificación familiar que le permitirá en unos meses más traer a su mujer y sus dos hijos de Camerún a los Estados Unidos. Esto finaliza un viaje que ha durado más de tres años con experiencias que son dignas de una película. El próximo año espero poder volver y, esta vez, no solo encontrarme con mi querido amigo, sino que conocer también a su familia, que es la razón de todo esto que hemos vivido.
DC rendezvous: encuentros con un objetivo y mirada
“En los últimos años, mi trabajo se ha vuelto un acto de observación y contemplación, sobre todo de paisajes urbanos y de personas. La intención de estas fotos fue documentar, no solo el encuentro con Christopher, sino que todo lo que rodea ese encuentro: los barrios, las personas y los encuentros fortuitos que aparecen al caminar con una cámara al cuello”.
“Ando en búsqueda de lo inesperado y lo impredecible, algo que se refleja en varios de los retratos en esta serie que son de gente que conocí de manera espontánea y natural. Algo que también me motiva muchísimo es generar un registro que se vaya acumulando con el tiempo, que vaya ganando sentido y norte a medida que se suman estos encuentros, desde que conocí a Christopher en la frontera con Guatemala, luego Tijuana, y más recientemente en DC y Baltimore”.
“Intenté no solo tomarle retratos a él, sino que documentar y registrar todo en ese contexto que lo forma, con la intención de generar en el público una idea de la cultura y el paisaje que moldea cada lugar. En DC fue súper desafiante salir a caminar, ya que en la mayoría de los barrios nadie camina, las únicas personas que ves caminando o utilizando el transporte público (que no son muchas) son personas de las minorías; latinos, africanos y afroamericanos. Es un ambiente super hostil para el peatón, se requiere muchísima paciencia y tiempo, todo está diseñado para los autos y, por ende, la mayoría del tiempo me veía caminando solo, esperando buses solo, o solo en un viejo vagón de tren. Fue una sensación bastante extraña, por momentos un poco intimidante y desafiante y por otros fue lo mejor, ya que me permitió ver cosas que ni las mismas personas de esas ciudades experimentan a diario”.
La elección de las fotografías
“Me enfoqué en generar una sensación en relación al lugar, a la calle y su gente, a los elementos del paisaje urbano, más que un registro lineal o estructurado. Para ayudarme a interpretar y elegir mejor las fotos las he impreso en tamaño mediano, las he observado de forma física y tangible, me gusta tocarlas y que existan en la realidad no digital, darme mi tiempo y no apurar el proceso de selección”.
“Estuve semanas escaneando los negativos de distintas formas y con diferentes estilos, luego las imprimí y las ordené un poco y, ya al final, después de unos tres o cuatro meses, me decidí a seleccionar, y darle un orden y sentido. En los últimos dos años he intentado ser riguroso y coherente con las herramientas que utilizo, que son básicamente dos cámaras análogas, una de bolsillo y otra tipo réflex, ambas siempre con el mismo tipo de rollo Kodak (Kodak Gold 200). Eso les da esa tonalidad cálida, algo a lo que me comprometí para poder construir un cuerpo de trabajo a largo plazo bajo un mismo ‘estilo visual’”.
Sigue su trabajo en @futuroberg.
